Nos preceden las palabras pronunciadas,
e incluso las silenciadas.
Berreamos como criaturas
lo que nunca conseguimos como hombres.
Envejecen las metáforas que aplicamos
a los errores mientras se diluyen.
Morimos de a poco.
A medida que la libertad de errar
nos abandona en el camino.
Abrimos puertas de manera compulsiva,
y las cerramos perturbados.
Infancia de un pensamiento
con el síndrome de Peter Pan.
Racionalizamos la magia,
y acabamos llorando su ausencia.
En ausencia de palabras,
gritamos compasión.
Huimos del pasado,
y perecemos en sus cenizas.
Mostramos la piedra de nuestra mano,
como innato gesto de defensa.
Enloquecemos,
bajo esta peligrosa historia.
Te aprecio, pero no te quiero.
Te extraño, pero no te busco.
Te pierdo, y poco a poco, muero.
Enloquecemos