Hoy
he llorado,
y a ratos
reído.
Hoy
he luchado,
y alguna vez
vencido
Hoy
he sorprendido
y a veces
sentido
Hoy
he abrazado,
y para siempre
revivido.
Esto hoy.
Mañana,
reemprenderé
mi camino.
¿Solo?
¿Acompañado?
Eso, si quieres,
dejémoslo al destino.
Una llama crepitante
Una tarde distinta.
Sentados junto al fuego
sin más espacio en medio
que la música que repiquetea.
Un silencio reflexivo
sobre lo sutil que llega a ser
la felicidad entre pares
cuando respiras el mismo aire.
Porque esta tarde trata
de estar acompañados.
De compartir silencios
con la mirada fija.
Me gusta fabricar recuerdos
en torno a una llama crepitante.
Y sabes que no te hablo
de la que nace del fuego.
Duerme
Mañana hará un año que no compartimos más que pensamientos.
Mañana será el aniversario de aquel momento en que el aire se heló.
Mañana, también recordará el día en que lloré más amargamente.
Mañana. Maldito mañana.
Nunca supe quien eras.
Curiosamente no me importaba.
Eras la palabra amable.
El detalle extremo.
La delicadeza de lo expresado.
La emotividad del silencio.
La superación del castigo del ser.
La enseñanza como herencia del saber.
Pero sería injusto hablarte solo en pasado.
También eres parte del desván de mis experiencias.
Ese que tengo presente al escribir y cargo cada día.
Ese que tú me enseñaste a abrir con una palabra de ánimo.
Naciste lejos.
Moriste lejos.
Y sin embargo tu ausencia
te ha traído muy cerca.
Duerme.
Envuelta en lluvia.
Sobre blancos sueños
y nubes engalanadas.
Duerme.
Hasta mañana.
adornada de una sonrisa
Quédate un minuto mas
bajo las tibias sábanas.
En nuestro mundo impenetrable.
Ante el firmamento.
Ese rincón donde vivimos.
Piel contra piel.
Mirada frente a mirada.
Desnudez a desnudez.
Donde los besos son arabescos.
Y tienen su propio perfume.
Arrancado de las buenas noches
y regados con el amanecer del día.
Sabemos que no hay mejor golosina
que labios que rastrean deseos,
aun resquebrajados de la noche anterior,
en que dormiste adornada de una sonrisa.
diminuta parodia
Ese lugar íntimo
al socaire de las manos
donde comienzas
a ser yo.
Esa diminuta parodia
que se llama distancia.
Muere cuando consuman
las horas de desconsuelo.
Ese vigoroso empuje.
Que sella y calma.
Que acerca y silencia.
Que esclaviza y gana.
Las nuevas tierras se conquistan
llegando sigilosamente al horizonte
para entrar en tropel
hasta poseerla
Terremoto en Haiti
Y Dios hizo sonar su voz.
Las casas cayeron.
Los cuerpos se desplomaron.
Las gargantas gritaron.
Una nube de polvo.
Un llanto amargo.
Unas vidas truncadas.
Un sueño perdido
No queda mas remedio
que doblegar la rodilla
para poder recordar
las vidas que se han perdido.
dejarme resbalar por la piel
Pocas cosas superan la imaginación.
Amarte e imaginarlo en el mismo instante
es la mayor sensación posible
de explosión sensual.
Tratar de interpretar tu mente.
Incluso, con el paso del tiempo,
adelantarme al deseo un segundo antes
y llevarte de la mano hasta él.
Dejarme resbalar por la piel
deslizándome como un tobogán
que invariablemente me transporta
al centro álgido del placer.
Quedarme adherido y viajar
con los impulsos de tu cuerpo
hasta que pierdo el control
mientras el tuyo lo poseo.
con los brazos abiertos
En esta mañana fría de Diciembre
La travesura de te regalo
consiste en jugar con mis manos
bajo tu atrayente suéter.
Ciertamente reconozco
tu cuerpo sin mirarlo.
Incluso soy capaz de crear
fragmentos insospechados.
Es tan solo un instante.
Mi cara pegada al dorso.
Las manos garabateando deseos.
Y tu espalda con un leve arqueo.
Una buena manera
de recordarte
que te espero esta noche
con los brazos abiertos.
el deseo incesante
Desde un punto en la montaña
nacen ríos que desembocan.
Mares que se amamantan.
Olas que, sobre las rocas, cincelan.
Desde el crepitar salino
evaporan gotas.
A su vez, pergeñan nubes
que acarician con su lluvia.
¿Y que me dices del tiempo que,
constante e imperceptible
llena la piel de experiencias
y el alma preña de sabiduría?
Amo amarte.
Pero más, mucho mas.
El deseo incesante
de conquistarte
Imposible separar
No concibo el tiempo sin tu presencia.
Imposible separar las nubes de la lluvia.
El viento de las gaviotas.
O el río del mar.
Me confieso ignorante sobre una vida
en la que no existas.
Un camino que tenga un final
distinto al de tu mirada.
No he hecho otra cosa que buscar.
Y tengo miedo. Lo confieso.
A no saber disfrutar de mis sueños
una vez conseguidos.
Tal vez sea una maldición.
O simplemente la opción
de invitarte a caminar
eternamente a mi lado.