Un aria colisiona contra mis emociones.
La rutina es como una hiedra que corroe
de fuera a dentro sin misericordia alguna.
Ando algo ensimismado, angustiado y hasta desilusionado.
Muchos años sin tregua para ahora sentir que todo es humo.
Que la genética no dista mucho del asno atado a su rueda.
He construido castillos, y no todos en el aire.
He brindado con champan y calmado con agua.
He diseñado mundos y los he conquistado.
Y ahora. ¿Qué capricho es este?
Miro desde la colina contigua.
Y pienso en fuego graneado.
Mi creación corroe mis entrañas.
Me tiene atrapado hasta tal límite
que me mata siendo parte de mí.
Debo romper cadenas
Pero el tiempo que viene
juega en mi contra.
No avanzo.
Y no nací
para disfrutar.
Ya que tengo el poder de inventar
debo exprimirlo hasta la saciedad.
en este acto, que se me antoja último.
El epilogo de mis emociones.
Unas pestañas vueltas del revés.
Un rostro asustadizo.
Un ocaso sin policromía.
Un ave con vértigo a volar.
Un niño perdido.
Una catedral apócrifa.
Un salpicado molesto.
Tres caminantes a su antojo.
Dos paraguas que se persiguen.
Una exposición átona.
Un mirlo extravagante.
Un aula silente y hueca.
Respuestas entrecortadas.
Miradas clandestinas.
Mañanas desposeídas.