Comienzo a deshojarte y, como un dios menor, hurto escamas al hielo.
Alivio tu incandescencia con minúsculos soplidos sobre tus pliegues.
Armonizo tiempo y deseo con una efervescencia a tumba abierta.
Tu sonrisa, intencionadamente diluida, bajo educada y suave textura.
Descifro el verdadero color de tus labios, sin aderezos o trivialidades.
Una diáspora de destellos incontrolables ribetea tu amplia sonrisa.
Un silencio litúrgico nos conmueve bajo tu inconsciencia premeditada.
Expío mis arcanos deseos al socaire de tu espalda cimbreante y erguida.