Las navidades tienen dos caras antagónicas.
Y la fuerza la posee el recuerdo. La tristeza.
La falta del ser queridos y eternamente amado.
Aquel que llenaba el corazón de sonrisas.
Ellos querrían que sigamos siendo felices,
ya que locos estamos y equivocarse es divertido.
Los caminos se tuercen para recargar ilusiones.
Nunca quise aprender a restar.
Menos a dividir.
Descorcha otras dos botellas de vino.
Aunque la ausencia hiere en el desamor,
también insufla nuevas esperanzas.
Usa las escobillas de tu batería
para interpretar un dulce mundo
como un hábil cuentacuentos.
Repasemos la historia como
una dulce sucesión de hitos.
Creemos un manual de limpieza espiritual
donde sumemos experiencias y recuerdos.
Buenos recuerdos de una vida plena.
Fabriquemos leyendas y protagonismos.
Afinemos la guitarra y transitemos
por el páramo de la ausencia.
En un mundo virtualmente caduco
debemos respirar con los pies en la tierra.
Fragmentemos la vida y acuñemos
una cálida manta de recuerdos favoritos.
Al fin y al cabo,
Cada día claudica la realidad
y germina un nuevo sueño.