Cuando te busco

domingo, abril 20, 2014 Permalink 0

Demasiado pronto, convertimos nuestra vida en un museo.

Atesoramos recuerdos y vanidades hasta que nos desborda.

Hemos llegado a un nivel de hedonismo de autosatisfacción

que no aprendemos a valorar ni a disfrutar los momentos.



Si algo pasa por nuestro lado lo queremos. Cueste lo que cueste.

Aprendimos a loar a los cuatro vientos, sin vergüenza alguna.

Cuando tocan los buenos tiempos, nos henchimos de euforia.

Cuando fracasamos sacamos en procesión la fusta y la lágrima.



Lo importante es que contemos historias para que nos vean.

Necesitamos estar permanentemente en el candelero social.

Naufragamos y, a cambio, enseñamos tatuajes y laceraciones

hasta que los héroes de las Termópilas parecen un burdo comic.



Así, hoy preferimos dar lástima o compasión

que acompañar en el áspero camino de la vida

a quien tropieza a la caza de un sueño efímero.

Preferimos un amor deseado a otro vivido.



Al fin y al cabo

Cuando te busco,

no trato de amarte.

Simplemente te amo.