Cuanto más morimos, mejor amamos

domingo, diciembre 30, 2012 Permalink 0

Imagen: propia



A veces pienso

que un poeta es

un general sin batalla.

Una ojiva sin metralla.

Un cuco enmudecido

por el extravío

de su cuerda.



Solo a veces.



Hasta que las rimas se retan.

Sobre el precipicio de las palabras.

En el océano de los sonetos.

O en las mismísimas puertas

del averno, vomitando versos.



Como lava fundente.

Metáforas ahuecadas.

Envueltos en manta encinta.

Gotas que saltan de una mirada a otra.



Pecamos por omisión de banalidad.

O gritamos palabras que se derriten mansas.

Adornamos el silencio entre griterío de color.

Damos aroma familiar a los rincones.



Apuramos la copa del recuerdo.

Lavamos nuestras manos en agua de canalón.

Esperando que todo cambie.

Y nada cambia.



Rompemos cantos

Adornamos profecías.

Abrimos puertas de luz.

Y hacia la luz, combatimos sombras.



Callamos cuando llueve,

por su inmensa grandeza.

Torrentes de triple silencio.

Cuanto más morimos,

mejor amamos.