Toda tu maldad
no deja de ser
el reverso de Dios.
Y como tal,
serás amada sin reservas.
Mis labios guardan
el tibio sabor de tu sangre.
La verdad pura y diáfana
que tu oscuridad oculta.
Una flor con la raíz marchita
y su cáliz en perfecta floración.
La fugacidad de la vida
sin un ápice de futuro.
Sin el canto de un ruiseñor.
¡Cuánto sufrimiento,
bajo tanta belleza!