Mi patrón

martes, julio 16, 2013 Permalink 0



Deambulo por un campo de batalla olvidado

en los corazones extremadamente grandes.

Padre mío. Mi patrón. Escúchame un segundo.

Alisa mis cabellos cansados de tanta guerra.

Derrama el cáliz de tu sangre sobre la nuestra.

Sopla, con aire perlado, las heridas inferidas.

Corona el tiempo con la joya del perdón,

como nos abrazamos al abandonar este mundo.

Relee las cartas escritas con el corazón,

a modo de grito desesperado.

Haz magia con la niebla de las sentencias.

Del pañuelo raido por la sed sin relevancia.

Escasea el baile y la conciencia al borde del viento.

Hoy no dispongo de rostro que mostrar.

Tan solo unas muescas de gloria y púrpura.

Y el sonido incierto de un grillo errante.

No dejes que caiga en la banalidad del adiós prematuro.

Y que, si alguna vez componen un himno a la propia vida,

la silben los pájaros de mi jardín. Los grises y matizados.

Los criados en la inocencia de la jaula de oro.

Pero sobre todo aquellos que desafinan

cuando no vuelan sobre esta tierra, en libertad.