Pasa la tarde despacio.
Tímidamente, te sientas en mis rodillas
Rodeas tus largos brazos por mi cuello.
Y reposas tu cabeza sobre mi hombro.
Beso tu frente, relajada y risueña.
Mis manos. Una se apoya en tu cintura.
La otra, celosa, juguetea con tus rizos
mientras te enroscas a mi regazo.
Recorro tu cuerpo con la mirada libre.
Tu ropa interior sobresale lo justo.
Tu piel, erizada y cálida. Casi irreverente.
Tu respiración continua pero pausada.
¡Lo que sería capaz de dar
por inmortalizar ese instante
no se encuentra en el universo
ni de ser humano al alcance!