En la vida íntima de las palabras depuras el pasado de manera inconsciente.
Echas de menos sombras y recuerdos arrancados de la piel en las largas noches.
No te planteas que hiciste mal, pero tratas de resistir la agonizante llama.
Trazas fronteras imaginarias que invades una y otra vez en busca de redención.
Hasta que te encuentras sobre tierra baldía y la ausencia de viejos conocidos.
La ansiada sabiduría te llega cuando el cuerpo mengua sobre sí mismo.
La soledad y el frío yacen a tu lado sin permiso. Horadan tu esperanza y roen tu fé.
Ya no subes al tejado en busca de la luz de su ventana. porque ya no resplandece.
Te aferras a aquello que fuiste sin tener muy claro si tan solo fue lo que quisiste.
Estuve antes allí.
Y hoy, tan solo,
te espero aquí.