Lo intenso

domingo, octubre 28, 2012 Permalink 0

Adoro las palabras cifradas.
El códice entre líneas. La rosa escarlata,
Las tentaciones trastabilladas.
Lo irresistible me parece irrenunciable.
Y lo intenso, memorable.

Aprendamos a sumergirnos en las heladas mareas de cada mañana.
Porque el futuro, aun no tiene memoria, y es un lujo que podamos soñarlo.
No creo que la felicidad sea un trastorno mental transitorio.
En todo caso su falta sí.

Siempre me he considerado aprendiz.
No sé si por miedo a volar demasiado alto.
O porque siempre me ha gustado el vuelo rasante.
En realidad me da igual.

No me motiva el lustre por sí mismo.
Me gusta perseguir la oscuridad para saber dónde se esconde la luz.
Dejo volar mi corazón con la certeza que volverá con un brote de esperanza.
Aunque a veces muerda el polvo, no hay mayor orgullo que levantarse después de caer.

Algún día, cuando volar sea un hábito, haré una pirueta y desapareceré entre las nubes.
¿Para qué quiero la cordura si no puedo empeñarla para retar la razón?
¡Ven!
Abramos una ventana en el cielo y tomemos café con los duendes del atardecer.

Dime si las estrellas son destino o tan solo señales.
Caminar distraído sin pensar en el viaje de vuelta.
Volar con la mente perfectamente enfocada
hacia el punto exacto donde se cruza el camino.

Perpendicular a la vida

martes, octubre 23, 2012 Permalink 0

Imagen: Ben Benowski

Nada tiene tanto poder como materializar un sueño.
Rescatar una mueca, una fantasía, un sonido.
Que mis actos tengan vocación de eternos.
Los lunáticos soñadores de la penúltima realidad.
Donde nada está hecho.
El instante final donde respiras.


Amar es adaptarse.

¿A tus alas de ángel?

¿A la orilla de tus labios?

¿A caer en tu tentación?

¿Al destello cuando me subes al cielo?

¿A las astillas que arrancas de mi piel?

¿A usar tus alas como luciérnaga en espiral?

¿A la libertad que me das sin cadenas?

¿A libar las sangre del cáliz tus heridas?

¿A los delirios de mi cuerpo cuando lo rompes en mil pedazos?

¿A la forma con que trasmites calor cuando me aprietas contra tu pecho?

¿Al sabor salvaje cuando beso tu cuello?

¿Cuando llenas mi boca de sabores directamente derramados desde tu piel?



¡Aún necesito descubrir cómo se declina el verbo amar!
La única provocación que no acaba en sí misma es la que se escribe en el futuro.
En las pequeñas cosas por descubrir, y en las cosquillas en la planta del pié.
Nuestro siempre. Ese que dura un instante y nos falta aire para respirarlo.
Cuando me enseñas la lengua, solo me dan ganas de comértela.
Me entusiasma la vida porque tú eres perpendicular a ella.

Amar es efervescencia

domingo, octubre 21, 2012 Permalink 0

Imagen: Electricidad escarlata.

Escucho el viento rugir al bordear las curvas de tu cuerpo.
Aspiro la sal que las olas derraman sobre la arena.
Añoro la saliva que tus labios me roban cada día.
Acaricia mi mano cansada. Da vida a las venas que alimentan su energía.

Humedece tu piel con la lluvia que hoy, especialmente, huele a mandarina.
Escribe la leyenda de las cosas cotidianas con las que afrontas la vida.
Pasea por el pasillo y deja que observe como tu cuerpo inventa movimientos.
Porque no hay mas destino que tu piel ni mas futuro que compartido contigo.

Hay un lugar donde el viento adormece mis pensamientos al borde de tu cuello.
El nido de sentimientos que nacieron tuyos y ahora son míos.
Ya eres parte de mi piel. Nada acontece más allá del corto espacio entre los labios.
Ha pasado mucho tiempo desde que exprimimos por primera vez una sonrisa.

Aun escudriño en mi locura el mágico momento que realza tu sabor.
Pude sentir tus brazos rodeándome, y la ternura cosida al oído con un susurro.
Cuando la tentación circunda mi pecho, los jazmines desprenden complejos aromas de pasión.

Amar es efervescencia. Subir al tobogán de tus caderas y redoblar el vértigo de mis venas.
Tacto húmedo y fresco sobre mis labios agrietados en mil batallas tras tu santo grial.
Bebamos los vientos del olvido y cantemos el sutil veneno de la noche.

Más allá de tus brazos

martes, octubre 16, 2012 Permalink 0

Imagen: Seth Watkins.

Tengo los nudillos desgastados de golpear las puertas del cielo.
De recibir lecciones de anatomía, de esas que terminan con el corazón deshojado.
De fabular novelas insustanciales preñadas de aleteos, sin que se mueva un ápice de aire a nuestro alrededor.
Deseo escribir el epilogo con unos labios pegados antes que arrancar mis escamas.


No aspiro a ser maestro en inocencia, si no va acompañada de pasión sobre la clemencia de los sentidos.
Amar para sobrevivir desbasta las emociones, y a mi me falta valentía para convivir con el miedo.
Fenece mi esperanza a manos llenas.
Ninguna prosa es capaz de mantener este sentimiento dentro del contexto de este esplendor vacío.

Desentraña para mi cual es el secreto de un amor intangible a la poética del viento.
Susúrralo y desactiva en este espacio arbitrario e inconexo.
Siento que eres mía cuando me concedes el privilegio de disfrutar de tu sonrisa acariciándote bajo la piel.
Culmina la mañana avivando el fuego de tus uñas aferrada a mi espalda.

Nada aplaca este frío.
Ni el fuego. Ni la velada llama de tus recuerdos. Ni tan siquiera el negro aletear de tus ausencias.
Despierto con tu sabor incrustado en la comisura de mis labios.
La luz agoniza entre parpadeos bajo la sombra.

Declino vivir más allá de tus brazos.
Donde tus labios apresan la embriaguez jadeando a ras de suelo.
Rinde tus secretos a las puertas de mi alma.
La yema de mis dedos desatan magia entre tu pelo mientras erizan tu piel en mil pedazos.

El viento aulla tras la ventana verdes notas.
Bebo tu esencia ante la luz de sentimientos olvidados en un arcón de cerradura oxidada.
Enséñame a ceñir el brillo de mis ojos dentro de un acorde glosado entre tú y yo.
Nunca dejes de salpicarme con la lluvia de tu sonrisa.

Fragancias imposibles

martes, octubre 9, 2012 Permalink 0

Imagen: Eiwy Ahlund

¿Cuántas noches pasé cosiendo tu almohada con las primeras flores de primavera y las últimas estrellas de la mañana?

¿Cuántas pintando tu cuerpo con zumo de frutas trazando con mis dedos surcos de pasión?

¿Cuántas acunando caballitos de mar entre luces y piruetas engalanados en tu bañera?

¿Cuántas te lave el pelo y ronroneabas de placer mientras pulía tu cabello con el trasluz de la luna?

¿Cuántas unté tu cuerpo con esencia de seda hasta que aullabas de placer?

¿Cuántas te calcé con nubes de algodón para que reinaras los días de oscuridad?

¿Cuántas te rodeé de un círculo mágico que alejara tus miedos y pesadillas?

¿Cuántas noches descubriendo cosquillas inconfesables en los pliegues de tu piel?

¿Cuántas estrellas dimos nombre como criaturas mitológicas que flotaban a nuestro alrededor?

Y ahora que no estás…

¿Cuantas noches resistiré en silencio sin más alimento que tus recuerdos?

Dame un barniz con el tono de éxodo impenitente hacia tus brazos redentores.
Silencia mi soledad sacándola al sol y al aire de nuestro encuentro.
Derritamos el torrente hibernado de nuestras venas.

Remanso de cuerpos, tórridos y desecados, cuyo mar de palabras tatúan mi cuerpo de sinceridad.
Ecos de un corazón poéticamente encendido entre tus manos.
Anillo de espiga envolvente.


Inventa un espacio alternativo entre el verde de la esperanza y del rojo, su brillo.
No hay razones en el corazón más allá del delirio.
Las palabras revuelven tus cabellos mientras te observo con una taza de humeante ilusión.

Esa que dejas cada mañana en mi mesa de noche, para que me tome la vida a pequeños sorbos.
Aún recuerdo nuestro primer beso dentro de un mundo donde lloramos de alegría.
Y tan solo pedíamos perdón un instante mientras parpadeaba tu sonrisa.

Susurras desde la comisura íntima de tus labios, y disipabas las tormentas con un simple gesto de tu boca.
Aún contengo la respiración si tus ojos anuncian lluvia.
O cuando tus labios se posan en mi cuello y recorren toda mi piel.


Sonrío cuando perfumas mi mano de primavera o te sueño con formas caprichosas, pero sin límites.
Suspendida en el aire con textura de vapor envuelves la mañana con fragancias imposibles.
Tengo la inexorable necesidad de contar con tu presencia.

Recortemos el espacio

domingo, octubre 7, 2012 Permalink 0

Imagen: Grant Newland.

Jugando con la nostalgia me encontré con el pasado.
Cubierto de polvo, le faltaban algunos trozos.
Aun era mi mejor y más silencioso amigo.
Lo cubrí de colores para devolverle su esplendor.

Me subiré a una ilusión, antes que el destino marque las reglas,
y el rumbo fuera otro al trazado.
Plantaré aromas de cuento,
y las hadas jugarán a modo de carrusel.

Me gusta que la pasión se desborde.
Perder el sentido del ridículo y morderte ese mentón.
Fotografiarte por partes para disfrutar cada rincón de tu cuerpo.
El borde tus labios se cubre de rocío y aromas de mar.

Caminas descalza.
El viento ha dejado de aullar
Las estrellas de mar corretean por tus pies.
Juegan al escondite entre tus dedos.

La habitación huele a vainilla. Y si sonríes, incluso a melocotón.
Cuando te estiras, incluso, a menta y hierbabuena.
Ya cuando estas alegre y bailas, a caléndulas y jazmín.
Una invitación a pasear por las nubes cogidos de la mano.

Un desfile de inquietas hormigas surca mi espalda.
He dejado aparcado un pensamiento en la espuma del café.
Pondré el mundo al revés para que caigas en mis brazos.
Adoro el calor con el que envuelves la sonrisa.

Jugar desde la raíz de tu pelo a las pestañas.
Aquí me quedo mirando al viento.
Saltemos por los tejados y bebamos de la lluvia.
Nubes que aliñan la noche que ofreciste al viento.


Sobre el viento congrego a los corazones errantes.
Recortemos el espacio entre nosotros,
Colguemos de los estambres unas cuentas de colores.
Embadurnemos con golosinas la comisura de los labios.

Ndemos en la locura

lunes, octubre 1, 2012 Permalink 0


Imagen: F. J. Alfonso








Eres palpable. Etérea, dulce.



Pétalos que patinan sobre una piel ajada y a la vez ilusionada en reinventar un diferente concepto de vida.

Besos acunados en tus labios. Adormecidos por el suave tacto de tu lengua.




Húmeda y traviesa hasta límites irrespetuosos e imprescindibles.





Deseos que no puedo imaginar, y que cada día me entregas gota a gota

Olvidar no consiste en mirar al pasado, sino al futuro.

Allí donde eres la reina. Mi única reina.




Vamos creciendo.





A veces destrozamos lo construido.




Aunque siempre hay una fuerza que te impulsa a recoger los retales precisos que has vivido.



Una nueva vida con los grandes trozos de alegría que has disfrutado y compartido.

Esa historia oriental que tanto me gusta y que nos recuerda que el nacimiento de una mariposa,




encandila al mundo, más allá de la sublimación de la muerte de su crisálida.





Algo tan sencillo que su evidencia nos pasa desapercibida.

Al final la vida es un calidoscopio de experiencias, que, por selección natural,




vamos componiendo con los trozos que salvamos de naufragios y vivencias.


Viéndolo así, el final de la vida no es más que un crisol de buenos tiempos.




Tamiz de los malos momentos que atrás quedan para siempre.






Entonces,

¿Por qué os empeñamos en ver solo lo malo? El último minuto de la vida lo tenemos para recordar.




¿Vas a seguir desgastándolo en llorar tus fracasos o en atesorar los buenos tiempos que forjaron quien eres?

Creo en ti.






En tus sueños. En tus largas piernas. En el aroma de tu cuello. En la dulzura de tu pecho.




En tu entrega. En tus dudas. En la mágica forma de decirme a traición, que aún me quieres.

No tengo que consultarlo con más oráculo que el altar de tus labios cada mañana.

Es una buena forma de ser feliz.








Somos un lienzo en blanco.

Tú el anverso, yo el reverso.

Tú escribes y yo respiro la tinta con que lo trazas.

Tú construyes aviones de papel, y yo la fuerza que les hace volar.






¿Has pensado, alguna vez, en dejar de perseguir estrellas fugaces y en ponerte a brillar hasta convertirte en una de ellas?




Podría adorarte cada noche elevándote mis deseos para recibirlos, nuevamente, derramados a tu capricho.

Si hace falta, lloraré pétalos de flores con tal de conmoverte y compartir tu almohada.






Licuaré mi sangre en dulce ambrosía.

Daré la vida que necesita tu alma para desterrar el último estremecimiento de agonía.

Nademos en la locura y no guardemos en la orilla, ropa alguna.