Llueve sobre mi cara

domingo, septiembre 30, 2012 Permalink 0

Imagen: F.J. Alfonso.



Llueve sobre mi cara.
Despierto anclado a la vida entre las plumas de mi almohada y el dulce calor del despertar.
Un aroma, salobre y limpio, relanza mis sentidos mas allá de donde buscan cobijo los amantes.
Perfecta alineación de sentimientos detonados con plena satisfacción.


Conjugados la entrega con tu humilde comprensión.
Te entrego un trozo de barro creado con tierra del jardín y agua de la mañana.
Un fragmento inerte de tierra propia y libre rocío.
El aroma a trigo, limpio y salvaje, que impregnas en mi piel al acariciarme.

Autentico néctar de vida, regado con la yema de tus dedos. Faro perenne de mis locuras.


Efervescente y refrescante invades mi cuerpo.
Palabras justas. Un silencio sometido a las caricias desbocadas que recoge mi piel desnuda.
El mundo se reduce a unas sábanas y un movimiento continuo cada vez más perceptible.

Cadencias guturales con su propio ritmo.
Nada corregido, todo impulso.


Gozo y destellos.

Entrega y rendición.

Dos ángeles caídos redimidos por la energía que compartes y la felicidad de mis abrazos.
Observa mi corazón cada día. Hazlo tuyo. Lee sus cartas de esperanza al borde de tu cama.
Suspira mis fantasías. Fabula con sus personajes y dales la necesaria vida.


Volar engendrando sueños entre nubes coloreadas al capricho del deseo.
Paisajes soñados en ambas vidas componen un sentimiento, unísono de corazón.
Cambio todas mis palabras, mis versos, mis sueños, por tu sola presencia.



Mi vida está orientada a inventar mil formas de acariciarte.




Otra vuelta de tuerca a la vida

sábado, septiembre 29, 2012 Permalink 0

Imagen: F. J. Alfonso



Siempre estás ahí. Paciente. Con la sonrisa preparada.
Eres mi inocencia. El sutil perfume que da ritmo ascendente.
Prolongas mis sueños, más allá de las olas de mar.




Tocada de deidad, primavera, y esperanzas de madrugada.

Gotas de lluvia que dan sentido a la tarde.

Velas de espuma salina que levanta la tarde en mil pedazos.




Remolinos de color cuyo epicentro nace sobre tus labios.

Tendamos puentes de marfil sobre nuestras pesadillas.

Tiremos desde lo alto, atronadores fuegos artificiales.



Dibujemos bajo el cielo, estrellas de colores.
Culminar el deseo con un beso sin aire.
Sin darnos cuenta el día nos saluda.




Un horizonte nítido hace que rompamos a reír.

Hemos sobrevivido a la noche. A la lejana aurora.

Dame un abrazo colmado de esperanza.




Bésame. Mejor, abrázame ya.


La vida toca en el hombro y me cuesta respirar.

Obsesión por tu cielo de estrellas errantes.


Hagamos un futuro con el naufragio vital que ahoga el pasado.

Surquemos la vida con trinquetes desplegados.


Hacia la aurora fértil de caricias sin distancia.




Esas que surgen del cansancio físico.

Ese que, escarlata, trepa por mis venas.

Demos otra vuelta de tuerca a la vida.


Imagen: F. J. Alfonso



Siempre estás ahí. Paciente. Con la sonrisa preparada.
Eres mi inocencia. El sutil perfume que da ritmo ascendente.
Prolongas mis sueños, más allá de las olas de mar.




Tocada de deidad, primavera, y esperanzas de madrugada.

Gotas de lluvia que dan sentido a la tarde.

Velas de espuma salina que levanta la tarde en mil pedazos.




Remolinos de color cuyo epicentro nace sobre tus labios.

Tendamos puentes de marfil sobre nuestras pesadillas.

Tiremos desde lo alto, atronadores fuegos artificiales.



Dibujemos bajo el cielo, estrellas de colores.
Culminar el deseo con un beso sin aire.
Sin darnos cuenta el día nos saluda.




Un horizonte nítido hace que rompamos a reír.

Hemos sobrevivido a la noche. A la lejana aurora.

Dame un abrazo colmado de esperanza.




Bésame. Mejor, abrázame ya.


La vida toca en el hombro y me cuesta respirar.

Obsesión por tu cielo de estrellas errantes.


Hagamos un futuro con el naufragio vital que ahoga el pasado.

Surquemos la vida con trinquetes desplegados.


Hacia la aurora fértil de caricias sin distancia.




Esas que surgen del cansancio físico.

Ese que, escarlata, trepa por mis venas.

Demos otra vuelta de tuerca a la vida.







Mis momentos

miércoles, septiembre 26, 2012 Permalink 0

Imagen: Mark Brosniham.

Te propongo renovar ataduras, perennes en el deseo.
Esas que nunca se ven. pero que necesito como tus caricias.
Mimos longevos, libres del peso de angostos pasados.
anclados a tu piel de estimulante trigo dorado.

Indisoluble lujuria atrapada en mis manos. Sangre de vida que gotea postrándose a tus pies.
Mejillas jaspeadas de miel y sosiego, ungidas de elixir sinuoso, del lecho de rosas de tu jardín.
Una voz que promete ecos incandescentes por sobre mi cuerpo. Arte e incienso.
No necesito héroes tatuados con mil batallas si danzas cerca. Presente.

Acaso necesito verte salir del baño, envuelta en vapor estrellado, o simplemente,
ruborizarte con un beso robado, raptado mientras te maquillas frente al espejo.
Cuando andas por la habitación eligiendo enloquecida el vestido apropiado.
Aprovecho para rastrear las tenues fragancias que dejas a tu paso.

Canela con ribetes de anís estrellado. Te sueño imposible.

La cama acuna tu silueta. La almohada cuenta los sueños a las telarañas.
El alfeizar aun contiene agua de rosas, infusionada con la piel de tu cara.
Las flores del jarrón reverdecen al despedirte en el zaguán hasta la tarde.
La mesa de noche despierta lentamente con el calor de una taza de café.

No quiero ser culpable de respirar y romper este mágico momento.
Y sin embargo no puedo dominar el impulso de abrazarte
Ese que me enseñaste cogiendo mi barbilla, moviéndola cual marioneta.
O del castigo de mil mordiscos cariñosos a modo de reprimenda.


Me encantan estos momentos. Mis momentos.

Necesito aspirarte

miércoles, septiembre 19, 2012 Permalink 1

Imagen: Sigues creciendo.

Sobre el altar a punto de sacrificio, mi último palpitar es para entregarte mi devoción.
Cada minuto que he surcado en esta tierra, ha estado orientado a revolotear a tu lado.
Y si aun así, si mi sangre reviviera tu alma, te la serviría en cáliz de oro con tal de tenerte a mi lado.


Un manto cubre la fuerza vital de mi cuerpo, y aun me empuja al interior de tus manos.
Morir siempre ha sido el final, salvo esta en letanía que acaricia mis oídos en el fin de los días.
Has dado un desenlace al único amor por el que derramaba puñales envueltos en flor.


Terminar mis pasos en el resuello de tu almohada ha sido una épica batalla jamás librada.
Fantaseo con ver el color de tus labios, tatuados sobre un lecho con tu sonrisa decorado.
Sentir como se desvanece un beso en mi cuello, al vapor de aceite que no deja simiente.


Caminar unidos tan solo por dos dedos. La mínima expresión de mis inconfesables deseos.
Pasemos por la arena mientras recogemos conchas, rellenas de sal e ilusión.
Dejar nuestro destino visto para sentencia para el próximo decenio, e incluso milenio.


Convertirme en parte indisoluble de tu reflejo, húmedo y vaporoso ante el espejo.
Eres el laberinto de rosas efervescentes, donde me gusta soñarte y perderme.
Amar es algo más grande que un siglo de vida concentrado en tus labios.


Porque no se, ni quiero, amarte sin poseerte.
Sin contar las vértebras de tu espalda arqueada.
Enredar mis dedos en tu pelo, hasta que caigas dormida.

Te contemplo.
Una luz proyecta tu silueta resplandece.
Inerte intensidad.

Una cálida pátina de la lluvia de tarde.
Tu perfume persiste.
Inmolado en el calor residual de la farola de tu calle.


Necesito aspirarte.

Sabor a limón

domingo, septiembre 16, 2012 Permalink 0

Imagen: F. J. Alfonso

Las pinceladas cotidianas, me gusta compartirlas contigo.
La radio inventando canciones, y la tarde abierta de par en par.
Movemos una pieza, en el tablero del arcano.


No hay colores definidos, ni brisa cálida o envolvente.
Todo es caótico e intenso. Y más aun,
adornado con un ramillete violeta de besos.


Que extraña tu presencia.
Fresca, ardiente y sonora.
De esas que te transportan
entre universos afines.


Ahí está tu piel, tersa y desnuda. Aquí mis deseos perdidos.
Envueltos en un simple trozo, brillante y de seda.
Inventemos una marea de ardientes miradas.

Un retazo de piel. Blanca, brillante y escarchada.
Un silencio de tus labios acontece en mi almohada cada noche,
en el preciso momento que busco la última luz en mi ventana.

Me gusta tu sabor a limón
con destellos efervescentes
de fresa y melocotón.

Respirar el dulce elixir
de tu cuerpo extenuado,
junto al cuello anudado.


Renacer a tu lado en el deseo
La sonrisa complaciente
cuando despierte.

Sube el telón. Comenzamos a andar por la vida.
Deja en el camino historias de vínculos desatados.
Giras ciento ochenta grados. El mundo es el mismo pero al revés.

No reconoces forma ni color. Ni tan siquiera el eco rebota igual.
Un día. Donde el aire llora, y el tiempo se congela,
el espíritu claudicará ante la bajada del telón.

Pero eso día, no será hoy.

Pasan las horas

sábado, septiembre 15, 2012 Permalink 0

Imagen: Incipiente

La ventana mojada. Una nube serena satura la casa. Frente al espejo sentada.
Tres notas reverberan. Caprichosa cadencia repiquetea la lluvia tras el cristal.
Está silente la tarde. Vaga e insustancial, como cuchillo que se hunde sobre costal.

Pasan las horas. Los deslizantes días se me antojan lánguidos. El aura menguante.
Las grandes gestas fueron cantadas por simples juglares, bohemios o rapsodas.
Armado con un lienzo una irreverente pluma garabatea aguzando en el ingenio.

Disfruto tus proezas cuando te enfrentas a los miedos como a dragones de elegía.
Cuando el orgullo diseña mi destino, con el orgullo del tañido de tu nervio.
Dibujas notas en movimiento. Única y sensual. Cada fragmento de tu cuerpo.

Ardes el aire que te rodea. La suave fragancia me esquiva. Revolotea.
Grite una sonrisa y me devolvió un instante.
Me haces volar sin moverme a ninguna parte.

Lo siento. Sé que las palabras pueden ser dagas sangrantes.
Y sin embargo, nunca supe declinar la palabra te quiero más allá del silencio.
Vacilante. Jadeante. Vagabundo. Esporádico. Por ti, penitente.

Anclando la vida a tu mano

domingo, septiembre 9, 2012 Permalink 0

Foto: F.J. Alfonso

Descubrir un color y ponerle tu nombre. Bañarme en la espuma de un salto de agua termal.
Compartir un paisaje y reinventar su horizonte. Soñar con tus manos y despertar a tu lado.
Permite que disfrute tu alma con esta neófita locura. Que la hábil pluma te reverencie.


Modelar viejas heridas en sutiles cicatrices, cerradas y adormecidas, de sal y de miel.
Pintar de manera irracional los surcos de otra vida. Rellenarlos hasta florecer con nuevos aromas.
Reverdece mis manos sembradas de olvido En el perdón del destino. En el sueño de ser amado.

Esculpiré tu alma a golpe de sueños. Los grandes y los pequeños. Con cariño y con calma.
En los vigorosos e intensos momentos en que cruzamos el umbral de la pasión y la entrega.
En la deseable quietud sobre sabanas blancas que estremeces cosida al calor de mi espalda.

Si somos dos, podremos desgranar los momentos de la vida como uno solo.
El repentino brillo de una estrella en la noche, o el embriagador aroma del jardín por la mañana.
La sinfonía inacabada de un grillo que reta a la luna. O el crepitar del fuego bailando con la noche.

Llegar casa después de un largo día. Cerrar la llave por dentro y que ya no seas sueño.
Pequeñas cosas que suceden en el anonimato de una cálida mañana de domingo.
Observo ensimismado con la mente en el horizonte. Anclando la vida a tu mano.



Besos, Pedro

En la palma de tu mano

martes, septiembre 4, 2012 Permalink 0

Imagen: C. Daunis.

La nuestra, es una historia de amor escrita, desde el principio, al revés.
Comenzamos besándonos para ahuyentar el futuro y la situación.
La espalda fue un campo de batalla, donde el olor a pólvora y fuegos artificiales
mezclaba el punzante aroma del deseo con la pasión humedecida en estremecimiento.


Somos más que palabras y menos que sentimiento. Algo fugaz y deseable. Inconsistente y etéreo.
Besarte es compartir ternura. Aire atrapado entre algodón. Mundos que entran en colisión.
Besarte es observar como buscas hueco entre los brazos abiertos cimbreando hasta mi pecho.
Besarte es sonreír al ponerte de puntillas y doblar, inconsciente, tus tobillos al dejarte llevar.


Bailare para ti como humo de partitura, que conserva la música con fingida cordura.
Me posare en tu cuello. Aspiraré el aroma del día y susurraré las ganas que mi cuerpo ansía.
Para derramarme acariciando con delicados arabescos alrededor de tu pecho.
Si. Bailaré para ti, en la palma de tu mano