Sueño lúcido

martes, diciembre 28, 2021 Permalink 1

Anoche contemplaba la vida desde un sueño lúcido.

Conté más de diez estupideces.

Una docena de chascarrillos.

Innumerables risas.

Incontables, diría.

Hubo canciones.

Muchos bailes.

De los que aun atesoro aromas y hormonas.

Mucho tiempo detenido.

Asombros atajos entre generaciones.

Libros sesudos y desafiantes.

Desternillantes historias con personajes entrañables.

Días cualquiera y días en rojo.

Bastantes de ellos, intensamente carmesí.

Como conclusión, nada se perdió.

Ni nada está perdido.

La conjura cristalizó.

Los sueños se han desgranado.

Mientras dejaban un peculiar rastro de migas de pan.

El fin, también está ahí.

Pero a ese, lo miro de espaldas.

Reímos mucho, lloramos más

miércoles, diciembre 15, 2021 Permalink 1

Fuimos pioneros avanzados a nuestro tiempo y

tal vez, eso nos condujo a la muerte prematura,

Sentíamos como nadie

mientras robamos aire al futuro.

Usamos ojos ajenos cercanos a la perfidia.

Caímos, directamente, en manos de la indolencia.

Nadie hubo. Ni habrá, más vivo que nuestras propias ilusiones.

Reímos mucho.

Lloramos más.

Nos aferramos desesperadamente al valor de las palabras.

Y a la piel erizada

Nos olvidamos de las cicatrices y los remolinos del viento

que arrastran los monstruos de la incomprensión.

Inmortalizamos un alma a base de cincelar sus aristas.

Creamos una vida simple y roma imposible de superar.

Nos columpiábamos al son de los grandes cantantes.

Dejamos de escuchar la frágil evolución de nuestro propio corazón.

Cargamos el mundo a cuestas.

Eras mi pantera en la periferia  y yo, tu héroe de causas imposibles.

Domesticamos el ansia y el deseo.

Nos amamos de forma inconsciente.

Poco a poco nos revelamos  como copos de nieve a merced del tiempo.

Nos ahogamos en ríos de complacencia.

Olvidamos la clave: declinar el deseo y la gratitud.

Vivimos días perfectos en una bola de cristal.

Algo parecido al oasis silencioso del espíritu indomable.

Rojo

jueves, diciembre 2, 2021 Permalink 3

Me gustan los besos teñidos de rojo.

Aquellos que veneran el cuerpo

y enloquecen la piel.

Las que marcan territorios inexplorados

Y explotan en una pirotecnia

que inunda la habitación.

Aquellos que resuenan

en los momentos más oscuros

donde nos abraza la soledad.

Los que nos sacan del pozo en volandas.

Sin dejar de vivir entrelazados

en la intimidad de un susurro.

Un humor fecundo e irracional

que gira la rosa de los vientos

de oeste a este y de sur a norte.

Aquellos que surgen de tus labios

acompañando a tus manos,

sin concesión alguna.

La culminación de una vida emergente.

Nacida de una larga historia de silencios

y que muere sobre el lecho de tu cama.