Te amaré.
Como si no hubiese final.
Lo que me quede de vida.
Y los dias siguientes.
Como un templo santo.
Como ráfagas de viento.
Como elixir de amor.
Como mi alma desnuda.
Como un abrazo eterno.
Del que no quiero despertar.
Te amaré.
Como si no hubiese final.
Lo que me quede de vida.
Y los dias siguientes.
Como un templo santo.
Como ráfagas de viento.
Como elixir de amor.
Como mi alma desnuda.
Como un abrazo eterno.
Del que no quiero despertar.
Aire para respirar,
en tus ojos encuentro paz,
explotan las estrellas en el cielo,
tu mirada me llena de un anhelo.
El ansia de mis labios busca tu calor,
llueven esperanzas en cada rincón,
mis brazos serán tu bastón,
en esta vida, juntos somos canción.
Ni eres frágil, ni eres acero,
pero siempre hay un tren parado en la estación,
volaré rondando tu corazón,
tocaste mi alma y aún sigo loco por tu amor.
Sollozo sonrisas, impostando lágrimas tiernas,
alquilaré consuelo si el día te envenena,
y aunque ardo en deseo, aquí estaré,
siguiendo el fuego que encendiste en mi piel.
Tú no necesitas palabras que te calmen,
mi vida está encendida, no puedo ocultarme.
Ni un segundo, ni un paso sin ti,
tu nombre tatuado llevo dentro de mí.
En tus manos, mi destino está escrito,
cada beso, cada abrazo, es infinito,
sigues tocando lo más profundo de mí,
y aunque pasen los años, siempre te sentiré así.
Ni eres frágil, ni eres acero,
pero siempre hay un tren parado en la estación,
volaré rondando tu corazón,
tocaste mi alma y aún sigo loco por tu amor.
Lloro risas, impostando lágrimas tiernas,
alquilaré consuelo si el día te envenena,
y aunque ardo en deseo, aquí estaré,
siguiendo el fuego que encendiste en mi piel.
Exploten las estrellas cuando estamos así,
el mundo se detiene, solo existes tú para mí,
mis brazos serán tu abrigo, tu fortaleza,
y cada vez que me tocas, siento tu pureza.
Ni eres frágil, ni eres acero,
pero siempre hay un tren parado en la estación,
volaré rondando tu corazón,
tocaste mi alma y aún sigo loco por tu amor.
Amor se escribe con A
de aliento que despierta,
en noches donde el miedo
se esconde entre la niebla.
Las decisiones chicas
son las que más pesan,
un paso en falso y caes,
pero si aciertas, vuelas.
Sé lo que sé, y nada más,
en este juego incierto,
las dudas son la sombra
que arrastra al pensamiento.
Pero conquisto el dolor
con amor y sin lamentos,
como la luna al mar,
lo abrazo lento, lento.
Y aunque la vida duele,
el corazón lo entiendo,
se nutre de esa fuerza
que nace en cada intento.
Amor se escribe con A
de alas en el viento,
y aunque todo se pierda,
amor es lo que encuentro.
En la línea del ocaso,
donde el sol se apaga lento,
se diluyen tus recuerdos,
como humo en el incienso.
El amor tiene perfume de aliento,
ese que se enrosca en la nada,
cada beso es solo un rastro,
en la piel que ya no aguarda.
Coro
Siempre serás,
la mitad que me falta,
un eco en la garganta,
el latido que atrapa.
El deseo empieza en tus brazos,
pero se quiebra en la distancia,
un fuego que no alcanza,
a quemar lo que abrazo.
Pero la noche es larga,
y el silencio es un martirio,
en la oscuridad me pierdo,
guerreando contra el miedo.
Coro
Siempre serás,
la mitad que me falta,
un eco en la garganta,
el latido que atrapa.
El tiempo es un río seco,
que no sabe de regreso,
y aunque el agua sigue fluyendo,
tu reflejo es solo un verso.
Hoy canto al vacío,
a ver si te desvanezco,
en esta melodía rota,
que en mi pecho entierro.
Coro
Siempre serás,
la mitad que me falta,
un eco en la garganta,
el latido que atrapa.
Cada mañana el tiempo viene a despertamos a nuestra cama.
A veces con sigilo. A veces con una pasión desenfrenada.
Recorre todas las partes de tu cuerpo y luego me las entrega.
Poco o poco, casi desmenuzando el sabor en efervescencia.
A veces me escondo y dejo que me atrape.
Como un niño ruin que busca un abrazo tras la travesura.
Pronunciar contigo los buenos días consiste en colorear la mañana.
Sobre ti, se esculpió un alma que no deja de bailar.
Vine a esta vida solo y, si puedo, me iré contigo.
En silencio.
Con los dedos entrelazados
y la mirada forjada de escarcha.
Espero amor y me das vida.
Hasta aceptaría muerte.
Con su propia resurrección.
Vive dentro de mí.
Nunca padecerás de soledad.
Siempre sobrevivirás al viento.
A las piedras de mi jardín.
Apaga la luz.
Es hora de encender el alma.
El Jardín y la Guerra
I. Jardín sin piedra, huerto que en su centro alma no encuentra.
II. Viento indomable, al controlarlo, todo se vuelve posible.
III. Luchas ajenas, en guerras que no son tuyas, pierdes el tiempo.
IV. Guerra pequeña, ninguna es insignificante, marca la arena.
V. Piedra en el centro, equilibrio en el alma, donde el jardín florece.
VI. Brisa en el aire, si la dominas, tu sueño vuela libre.
VII. Confundido vas, si batallas de otros luchas, tu paz se va.
VIII. Cada batalla, por pequeña que parezca, deja su propia huella.
IX. Céntrate en ti, en tu jardín, en tu guerra, y florecerás.
X. Piedra y viento son, dentro del jardín y guerra, tu corazón.
¿Qué sería de mí sin los fragmentos de tu sonrisa?
Sin tus alas abiertas como un ángel sobre la tierra.
Sin las palabras que derramas en mi alma.
Sin el soporte de tus brazos extendidos.
Sin las palabras que reconfortan cada día.
Acaso vagaría entre paradigmas y sonetos.
O contemplaría el atardecer en soledad.
Añoraría tu presencia y aroma de mujer.
Las gráciles huellas sobre la arena de playa.
El eco de una respiración entrecortada.
Siempre hemos sido piano y concierto.
Un hogar plagado de abrazos y cascadas.
Descalzos sobre el césped del jardín.
Una amor diferente que siente que le importas.
Rosas y margaritas flotando en la habitación.
Llueve sin cesar, el techo gotea lento, una taza tibia yace en mis manos.
Noche solitaria, el viento canta al bambú, luces distantes cimbrean con el viento.
Camino de otoño, hojas secas crujen suaves, pasos sin rumbo divagan sobre el abrazo.
Viento de invierno, la luna entre las ramas, sombra, silencio y un crujir furtivo.
Río silencioso, reflejo de las nubes, piedras inmóviles bañadas a perpetuidad.
Camino solitario, hojas secas caen suaves, silencio otoñal, crepúsculos encendidos.
Cielo gris de invierno, viento frío en la cara, eco de soledad amainada por tu sonrisa.
Niebla en el valle, las montañas se ocultan, sueños difusos culminan tu abrazo.
Río sin prisa, piedras lisas en el agua, reflejos dorados que serpentean con los peces.
Noche estrellada, el canto de un búho lejos, pensamientos vagos dormitan silentes.
Brisa de verano, flores se mecen despacio, fragancia dulce, ramos de violetas engarzadas.
Caminos rurales, el aroma del arroz, sol en el horizonte con tacto de terciopelo.
Llueve en el jardín, charcos reflejan el cielo, quietud infinita, espacios abiertos.
Montaña nevada, huellas frescas en el suelo, aire transparente frascos de escalofríos.
Crepúsculo rojo, sombras largas en la tierra, fin de la jornada. Salto al vacío.
Fin del tiempo maldito. De la soledad en ciernes. Del latido atormentado.
Siento cada día como un huracán desenfrenado.
Siento el alma rugir mientras mi alma se desboca.
Cada mirada es un torbellino en mi pecho.
Gotas de deseo inundan mi ser.
Giran los sentimientos sin control alguno.
Nubes de ansiedad, relámpagos de pasión.
Olas que arrastran sin puerto seguro.
Tus labios arrastran mis sueños contigo.
Recuerdos anárquicos circundan tu pelo.
Remolinos de aire sucumben a tus andares.
Llámame desde donde estés ahora.
Espero impaciente el milagro.
Atrapado en la nube de tu locura.
Acaricio viejos fantasmas.
Desconfiado, vivo como loco.
Enredado en mi amor propio.
Invítame a jugar con tus sueños.
Pararé de huir a ninguna parte.
Cada día comienzo en un cruce de sentidos.
Dudo entre el destino y tu sonrisa.
Cambian los tiempos.
El corazón también.
Sueños de cera que se derriten con abrazos.
Espejos que no reflejan el alma.
Gracias a Dios.
Preguntas que se convierten en eco.
Repuestas que juegan a lomos del viento.