¿Quieres ser mi duende?

viernes, septiembre 18, 2020 Permalink 2

A veces tengo ganas de cantarte.

A cambio de que estés cerca.

A menos de dos centímetros.

A menos de tres milímetros.

Cantarte con las manos.

Cantarte con mis pestañas.

Cantarte con mi piel.

Cantarte con mis labios.

Esbozar poemas con baladas.

Y canciones con tu figura.

Aunar entusiasmo con deseo.

Dejar que los volcanes detonen.

Mientras tanto. Mientras vives.

Tejer silenciosamente y de a poco,

una etérea y precisa tela de araña,

que permita ceñirte a mis sueños.

¿Quieres ser mi duende?

¿Mi talismán contra la tristeza?

¿El arabesco de mi loca fantasía?

¿El reclinatorio en mi habitación?

La entropía de los mundos del pequeño Pedro.

jueves, septiembre 10, 2020 Permalink 2

No reescribiría mi historia, aunque pudiese.

Al final de relatarla, ya no sería yo.

Ni siquiera recordaría por qué hice esa insensatez.

Me conformo con reescribir arabescos,

sobre las esquivas influencias de un sí y un no.

Del sabor de un beso tardío o un abrazo emergente.

No me interesa mi presente, salvo,

como un tránsito necesario hacia lo que deseo.

Percibo, por su certeza, el fin de las cosas.

Acaso impalpable. Siempre implacable.

Recuerdo, de manera indeleble, a las personas.

Las sensaciones, los fracasos y las alegrías.

Pero no puedo cambiarlas.

Pude, pero no supe.

O no quise.

¡O qué sé yo!

Mis fantasías no obedecen rienda.

Van desde el nacimiento al deceso.

Desde una alegre canción infantil,

hasta el fondo de un vaso con hielo.

Desde el aire que inspiras al comienzo,

hasta el que exhalas en la consumación.

“La entropía de los mundos del pequeño Pedro.”

“Sus continuos descensos al infierno

y la sublimación de tocar las nubes

con la yema de sus dedos.”

¡Pues sí!

¡Ese sería el título!

“Mi vida entre el azul y el gris.”

“Las miniaturas de un pequeño león

que aprendió a crear su propio mundo

cuando comprendió que no podría conquistarlo.”

La plena conciencia.