Entre los pliegues de tu piel late el susurro, un lenguaje sin palabras que abriga, y en cada sonrisa se derrama el edén, como un secreto que nunca se olvida.
Zonas vírgenes esperan tus huellas, desiertos que claman por tu tacto, y en la encrucijada de un abrazo perfecto me pierdo, me encuentro, renazco.
Tu mirada esquiva es puente y refugio, cómplice de juegos que nadie ve, y en tu forma de amar, envolvente y profunda, se esconden los mundos que sueña tu piel.
Los espacios de tu cama son puerto y deriva, tierra firme y mareas que oscilan sin fin, y yo, náufrago eterno en tu orilla, me entrego al misterio de verte dormir.
Esta noche me apuran los recuerdos, se filtran entre el humo y aroma a whisky barato, donde el tiempo hace eco en la barra vacía y en la radio chirría un rancio bolero.
Las calles me cuentan la historia de siempre, ese amor que nunca tuvo un regreso, y yo, que cargo la vida en un saco de dudas, me fumo la pena de aquel beso que no fue.
Ah, si la vida fuera tan corta como el verso, me bastarían dos tragos y una guitarra rota, pero en este rincón donde las luces son bajas, me sigue esperando la misma derrota.
Hoy llueve en mi piel y en cada charco se ahogan las promesas que no supe cumplir, mientras en la esquina la luna de los harapos se viste de grana y plata para verme partir.
Pero no, que nadie me espere en la puerta, que la madrugada me ha dado su abrigo, y aunque las estrellas se apaguen de a poco, hoy brindaré por aquello perdido, por lo nunca encontrado, y por lo que nunca volverá a ser mío.
Aire para respirar, en tus ojos encuentro paz, explotan las estrellas en el cielo, tu mirada me llena de un anhelo.
El ansia de mis labios busca tu calor, llueven esperanzas en cada rincón, mis brazos serán tu bastón, en esta vida, juntos somos canción.
Ni eres frágil, ni eres acero, pero siempre hay un tren parado en la estación, volaré rondando tu corazón, tocaste mi alma y aún sigo loco por tu amor.
Sollozo sonrisas, impostando lágrimas tiernas, alquilaré consuelo si el día te envenena, y aunque ardo en deseo, aquí estaré, siguiendo el fuego que encendiste en mi piel.
Tú no necesitas palabras que te calmen, mi vida está encendida, no puedo ocultarme. Ni un segundo, ni un paso sin ti, tu nombre tatuado llevo dentro de mí.
En tus manos, mi destino está escrito, cada beso, cada abrazo, es infinito, sigues tocando lo más profundo de mí, y aunque pasen los años, siempre te sentiré así.
Ni eres frágil, ni eres acero, pero siempre hay un tren parado en la estación, volaré rondando tu corazón, tocaste mi alma y aún sigo loco por tu amor.
Lloro risas, impostando lágrimas tiernas, alquilaré consuelo si el día te envenena, y aunque ardo en deseo, aquí estaré, siguiendo el fuego que encendiste en mi piel.
Exploten las estrellas cuando estamos así, el mundo se detiene, solo existes tú para mí, mis brazos serán tu abrigo, tu fortaleza, y cada vez que me tocas, siento tu pureza.
Ni eres frágil, ni eres acero, pero siempre hay un tren parado en la estación, volaré rondando tu corazón, tocaste mi alma y aún sigo loco por tu amor.