Desde el fondo de la tierra
surge una melodía que incita
a abarcar tu cintura y aspirar
el aroma que emana de tu cuello.
El frío de tu piel desatendida.
El fragante final del maquillaje.
El aterciopelado escalofrío que te envuelve.
El tierno sentido de satisfacción inmaterial.
La vida nos regala una y otra vez
una oportunidad para entregar
ese halo de luz que envuelve una sonrisa
a cambio que no dudes en compartirla.
Hoy he fraguado recuerdos.
Recreado intensos sueños.
Y he dejado de mirar atrás,
si no es para esperarte.
La crepitante llama
Nunca me he alejado del mar
más allá de los confines
donde puedo recordar al instante
el aroma a la sal.
Sus fascinantes historias.
La crepitante llama
de la noche estrellada
sobre la salpicada arena.
Sus caracolas marinas.
Su acurrucante vaivén.
Sus amplias miras.
Su rendición en la orilla.
Y sobre todas.
Aquella noche –La noche-
donde tus sueños reposaban
en mi vientre sobre la arena.
Nada es inmóvil
Caen los deseos.
Sobre tu vientre
como copos de nieve
que ardientes se derriten.
Crece el futuro.
Intangible.
Sobre infinitas formas
Y cavilaciones.
Nada es inmóvil.
A poco que le demos
un halo de vida,
Entre dos.
historias que se enmarañan
Hay historias
nacidas para olvidar.
Historias que se enmarañan
y nunca eclosionan.
Un viejo amor colegial.
Errores que no supimos interpretar.
Incomprendidos silencios.
Desagrados desproporcionados.
Por la puerta chica de los errores
se han deslizado mas fracasos,
que pecados inconfesables
han caído al infierno de Dante.
No quiero espacios
No quiero espacios.
O silencio.
Quiero intensidad.
Y de paso, armonía.
Quiero lágrimas
que reparar.
Remolinos en tu pelo
que acariciar.
Lamentos,
decrecientes.
Sensaciones,
omnipresentes.
Anhelos abstractos
con base firme.
Confluencia de tiempo.
Ausencia de viento.