Poesías Encadenadas
Imagen: Klaus Priebe
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Con esta pasión adiestrada
en lo profundo de lo abstracto,
Inmisericorde es la entrega
de los surcos del corazón.
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Escucho profecías emboscadas
en el crepitar delicado e impuro
de la apetecida chispa ceñida
bajo la espesa lluvia de verano.
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La tarde se prolonga impura
entre espuma dorada y celeste.
Remarca inexactos confines
impacientes por explorar.
Imagen: Serg Golubev.
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En la barrera de coral que adorna tu pelo se arremolina mi respiración.
En el límite de las olas salpica tu sonrisa abrazada a esta noche sin fin.
En el abismo de tus deseos se ha instalado mi necesidad de confesión.
En la curva de tu pecho solloza el ardiente placer consumado sobre ti.
Imagen: Bozena Nitka.
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Aun tras tanto tiempo de rondar caminos
me gusta el sonido de los pasos sobre el silencio.
Compañía en las horas muertas donde el alma,
a punto de dormir, es sobresaltada por sí misma.
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A veces, ya avanzada la noche, un perfume esquivo
anida en mis manos, sin dueña cierta, pero con brío.
Un caracoleo a modo de huérfana cosquilla
que delata un deseo imperfecto, aun azaroso de ella.
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¿Porqué siento frío
al convocar recuerdos?
¿Acaso porque la distancia,
cruel, apaga esta vida?
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Imagen: Jim Isbell.
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Llevo toda una vida
encaramado a tu pensamiento.
De tal manera que he olvidado
donde comienzas tú y termino yo.
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Escucho tus deseos
y corro tras ellos,
con el único pensamiento
de postrar a tus pies el cielo.
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Hoy me pregunto en silencio.
si al renunciar a mí
tengo algo que ofrecer
más allá de ascuas y humo.
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