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Imagen: Wolfgang Arnold.
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Si tuviera que crearte amontonaría mil hojas de otoño. Las bordaría de color de tu sonrisa.
Tu sangre la destilaría del afluente más limpio teñido gota a gota con el ocaso de pétalos de flores.
Tus manos tendrían el tacto de una pestaña en la almohada y el reflejo de la luna al amanecer.
Susurraría canciones a tu piel para que despertara poco a poco y nunca nos sintiéramos extraños.
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Si tuviera que crearte, robaría las estrellas, el mar, el sol y la luna, y me pondría a inventarte.
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Tus manos crean vida cambiando colores por tacto y perfume por vida.
Traspasas el límite de mi locura a tan solo dos centímetros del susurro de tu piel.
Creas magia con la yema de tus dedos mientras abres vías de placer con tan solo una mirada.
Tan solo con un silencio, y unas sencillas pinceladas, cambias la esencia de mi mundo… cada día.
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Tus manos son mi locura, me acarician y me rozan. Tus manos son la ternura, que me arrullan y me arropan.
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