Imagen: Yannik Hay.
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Tu desnudez engalana mi piel de un escalofrío perlado de luna.
Cae el agua a modo de lluvia mostrando una intensidad indescriptible.
Tu piel estalla a cada gota en potentes aromas de sábana y miel.
La toalla va señalando las debilidades del campo de juegos.
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No son solo curvas y carne, sino movimiento intencionado.
Propuestas sublimes y concretas que transforman los labios en lago.
Vértigo de sensaciones lúdicas que se enroscan en tu cuello y gotean
Plácidamente desde el vientre perfecto hacia tus piernas.
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Ahora vamos a vestirte. Mejor adornarte para el mejor recuerdo.
Una blusa de seda rosa que caiga sobre tu pecho desnudo, acariciándolo.
Una sumisa falda de hilo que contenga el trémulo vaivén de tus caderas.
Un par de zapatos con tacón de vértigo que nivele tus labios con los míos.
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Orlemos esta perfección
con unas gotas de perfume.
Intenso pero comedido.
Transparente y omnipresente.
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