Me atormenta la nostalgia.
Nada concreto.
Tan solo el tiempo
que ya no respiro.
Las frases olvidadas.
Los actos no perpetrados.
El lento quejido.
Los gritos imperceptibles.
La distancia milimétrica.
Lo obsceno de la calma.
La pérdida de entusiasmo.
El exceso de conocimiento.
Las guerras. Las malditas guerras.
Las sanguinarias y las incruentas.
Esas que pensamos que no matan,
pero horadan la autoestima
y las complejas relaciones.
He olvidado músicas enteras.
La cara de algún amigo.
Y hago esfuerzos redoblados
para seguir hablándome
cuando me enfrento al espejo.