Me motiva tu complicidad.
La alegría contenida en un instante.
La consumada seducción que profesas.
La somera descripción que haces de ti.
Consolidar más allá de estas letras.
Rebelarnos ante la imagen distante.
Desempolvar el arrojo de la infancia.
Desabrochar cada charco de lluvia.
Excitar la piel hasta quebrarla.
Incendiar la libertad con que te fundes.
Reverdecer las rosas secas en el desván.
Entrar y no volver a salir.
Algunas tardes lluviosas de diciembre
saco a pasear por jardín de mi casa
lejanos recuerdos de dulce infancia.
me siento a observarlos y me hacen sonreír.
Otras, trato de saber el porqué del magnetismo
que desprende tu presencia en mis brazos.
Tengo la seguridad que no solo me reinventas,
sino que regalas mundos inimaginables.
Me conjuro a las artes sacras
que acuchillen la realidad
en el ocaso de la distancia.
Te llamo porque te deseo.
Porque mis letras gritan
lo que mis labios silencian.
Despierta.
Mi piel te llama.
Forjemos lluvia.