Aun escucho la banda sonora de tu primer beso.
Aquellos besos que me miraban e invadían.
Aquellos océanos que orbitaban tu sonrisa.
El vaivén de los recuerdos compartidos.
Aquella manera de querer que me enseñó
a no vivir de otra manera.
Un abrazo cálido que me ponía a tus pies.
El laberinto que formamos entre sábanas.
La anunciada llegada de tu explosión.
La diversidad de tactos y sabores correspondidos.
El sonido de la eternidad en tus labios.
La fluidez de tus deseos y mi entrega,
La ausencia premeditada de etiquetas.
La naturalidad con que nos convertimos.
Como desgranamos vidas y esperanzas.
Los momentos decisivos y los efímeros.
Tu sexualidad deliciosamente creativa.
Los puentes hacia tu pensamiento.
Tu ingrávida juventud en mis manos.
La pasión insólita de tu entrega.
Los mapas de acceso a tu cuerpo.
La sencillez de la inmersión en tu boca.
Racimos de purpurina que crearon
a este encantado servidor de tu amor.