Mi único pensamiento es tu universo.
Un catálogo de posibilidades
con un solo fin.
Tú.
Mi único pensamiento es tu universo.
Un catálogo de posibilidades
con un solo fin.
Tú.
A veces me sorprendo desnudándote.
Tus brillantes pupilas me asesinan.
Tu divinidad desborda la dimensión
donde la locura me persigue.
Mi debilidad atardece entre tus brazos.
Me pierdo en la geometría de tu cuerpo.
Y lloro desde tus entrañas hacia mi piel.
El miedo se evapora entre tus muslos.
Y siembro mis ansias en tu cuerpo
cabalgando alocado hacia el cielo.
Esta pasión muda e intensa
embriagada de la humedad de tus labios.
El brillo perlado de tu piel agitada.
Almas sangrantes al borde del infierno.
Pericias fantasmales reinventadas de a dos.
Espíritus multiplicados entre las nubes.
Virtudes creadas para ambos
de amplio recorrido
e irreverente entrega.
Hay cierta letanía en el recuerdo.
Una ralentización del tiempo.
Aun no se si es para disfrute,
o exaltación de la penitencia.
Una historia vulnerable
de piel y esencia.
Una plástica realista
que nos traspasa.
A donde vamos
y nos quedamos,
a la espera
de una buena muerte.
O la eterna redención.
El amor compartido
como humildad.
Eres la intersección
entre el costado
y tu pecho.
La confluencia,
entre un tornado,
y un vaso de agua.
La congelación
del deseo
por sublimación.
El prestigio
de la solera
del silencio.
La mezcla letal
entre amor y odio.
Odio y amor.
Una metáfora
efervescente
en tiempo de sombras.
El mito
del amor perdido
y su locura.
La aristocracia
de un beso perdido
que silba a mi lado.
La vida
por la que vivo.
Y por la que muero
Utiliza mi almohada
a modo de pecho.
Así besaría las sombras de tu alma,
si con ello consiguiera tu resurrección.
Aprender a morir,
si consigo hacerlo en tus brazos,
antes que culmine esta vida.