Un puño no se cierra
salvo para mostrar una flor.
Un puño no se cierra
salvo para mostrar una flor.
La linde entre tu despecho y mi arrepentimiento es un vergel nostálgico
donde mi llanto abona el deseo y poda la inútil nostalgia que evocas.
Aprieta el sol difuminando la frontera y el mudo anhelo se despierta.
Exhumemos el sincronismo de nuestro desesperanza y redecorémoslo.
En mi deseo por ti, nada muere. Encadena hitos rebeldes y sentidos.
La luz de tus labios nunca ha dejado de caminar hacia mí. Y los busco.
El destino se aleja si no avanzamos al unísono logrando no despertarlo.
Acepto las piedras del muro que construimos de espaldas al futuro.
Porque un día huíamos uno del otro sin pensar que la vida es curvada.
Un matiz de esperanza habita en mi corazón y susurra tu nombre en vano.
Una flor que anida sus raíces en el fondo de un pozo lleno de ilusiones.
Mi corazón aprendió a vivir con el borboteo de tu sangre. Lejano a la corteza.
Baila en silencio para mí. Envuelve las olas de este atardecer y hazme renacer.
Te nombro la piel ceñida que me envuelve. El sentir de mi incandescencia.
Sembremos esta derrota en la fértil tierra lejos de la furia que nos invade.