Se me acaban las mañanas, arreboladas de sueño,
con la contundencia febril con la que influye su tiempo.
La vida es un laboratorio trágico, una reconciliación,
un futuro inmóvil y un epitafio diseñado por un artista.
Un reguero de buenas intenciones medianamente pensadas.
La trascendencia de unos actos inmaduros y la suerte.
El poema que perdura. La transición que asesina el dogma.
Un esbozo de cuadros que consensuan una exposición.
Un coro de niños que volcaron su juguete allende la infancia.
Un cuaderno de ideas garabateadas a espaldas del porvenir.
Una estrategia fundamental expuesta a cielo abierto.