Cada vez que me pregunto quién soy, me estoy reinventando.
Cada vez que miro bajo la piel, encuentro perfiles adormecidos.
Viejas reivindicaciones más o menos colmatadas de complacencia.
Ayudas bienintencionadas que no valoraron en su justa medida.
Cascos, banderas y escudos obsoletos de tanta guerra estéril.
Canciones a modo de mantra para tranquilizar un alma inquieta.
Puertas a la maldad que sale en el momento inoportuno y crece.
Prótesis para la ilusión necesaria para seguir construyendo metas.
Certezas que eclosionaron de una esperanza sabiamente escogida.
Lealtades altruistas mas allá de una fidelidad entregada sin más.
Una rebelión ante el hecho de convertirme en una armonía conquistada.