Me dejan de piedra tus sueños.
Batallas en Marte ganadas a la niñez.
Volaste, tímida, lejos de la soledad,
anidando en aquella luna de agosto.
Ilusiones cosidas al doblez de mi aliento.
Miradas que vuelan bajo el remolino.
Ruedan las gotas de lluvia
Frías como sábanas en invierno.
La almohada nunca volvió
a ser una morada compartida.
El encanto del aroma a café
ha mutado a tertulia de bar.
Perdí una batalla con sabor a guerra.
Buceo entre besos sin recompensa.
Mi pequeña princesa incendió mi alma.
Ya no escucho ni mis propias plegarias.
Pasabas por mi vida y acomodé mi corazón.
Me recreo con pueriles malabares en tu cuerpo.
La peor herencia que has dejado
es mi orfandad de presentimientos.