Existe un universo al que se entra cogido de tu cintura.
Libando el brillo de tus ojos mientras los labios convergen.
Acicalando la piel de contacto hasta estremecer la respiración.
Una ópera inconclusa que ingenuamente repetimos una y otra vez.
Un mundo de arte que nos apremia a compartir este elixir.
Una galería continua consagrada al despertar de los sentidos.
Una invitación a soñar y despertarte con el sonido de tu respiración.
Acaso el antídoto para no morir demasiado jóvenes.
Una premisa que permite arrullarme en el margen de tus manos.
El arte que hace girar el mundo de oeste a este.
La sensación de vivir como ángeles con acceso perenne a la eternidad.
Un minucioso pincel abocado a trazar el rojo de tus labios continuamente.
La trastienda de los regalos olvidados de una infancia presurosa.
Estas crónicas de la diversidad imperecedera.
El más amplio significado de vivir en paz.
El dictado de un destino surcado por la luz del sol.
La feria de los sentidos.
La obra de arte suprema.
La rendición del culto.