Un día decides bajar hasta el centro de tus emociones.
Un mundo subterráneo donde los claroscuros crepitan.
Peligros arcanos de quien realmente eres contra quien quisiste ser.
Fecundas maravillas que se deshicieron como azucarillos.
Temores inconexos con las que hacíamos volutas de cedro.
Legados que tintineaban ante molinillos de papel.
Traté de no ser cruel, aunque no se si pude conseguirlo.
Una involución originada de la lucha perenne con el victimismo.
La necesidad de una inspiración que me permitiera renacer.
No tenia necesidad,
porque la realidad siempre está ahí.
Agazapada junto a un manojo de preguntas.
Nunca lo viejo
tendrá el poder
de la sangre nueva.
Ni el tacto se salda
sin un abrazo.
Ni con la ausencia de piel.