Hace tiempo que cayó la noche.
Tengo la sensación de que se ha vuelto densa.
Ni siquiera soy capaz de escuchar,
crujidos, alas revoloteando o ráfagas de viento.
Mi cuerpo reposa sobre el sillón.
Seguro que en mala posición.
Pues mi cuerpo crepita.
Mis pensamientos tiritan.
Mi alma se ha extrapolado.
Juega inquieta con las cortinas.
Mientras cae torpemente sobre el suelo.
como la pesada losa del jardín.
Miro mi reflejo en el espejo.
Lejos de vampirizar el momento,
me devuelve una imagen cansada
y una mirada huidiza y frágil.
No soy yo.
O no soy quien quiero.
Quien necesito ser.
Para no sucumbir a la vida.
Me sorprendo discutiendo con el miedo.
Me asustan los libros hacinados sobre la mesa.
Solo se me ocurre buscar una manta desvaída
Que me abrace como unos brazos ausentes.
Una sensación lacerante me ha poseído.
Una duda gélida y grasienta que me acuna.
Mientras declama un poema sin sentido.
Y una extraña canción inacababa
Me evito.
Me enfrento.
Me acurruco.
Me duermo.