Jugando con la nostalgia me topé con el pasado.
Cubierto de polvo, carente de algunos trozos.
Aun así, sigue siendo mi leal y mejor amigo.
Lo cubrí de colores para devolverle su esplendor.
Vamos creciendo.
A veces destrozamos lo construido.
Aunque siempre hay una fuerza que te impulsa
a recoger los retales precisos que ya has vivido.
Tan sencillo que su evidencia nos pasa desapercibida.
Al final, la vida es un calidoscopio de experiencias que,
por selección natural, vamos componiendo con trozos
que salvamos, envueltos en un crisol de buenos tiempos.