Hace horas que te has ido,
y aun me persigues.
No hay centímetro,
en el que no hayas dejado tu impronta.
Aun retumba en mis oídos,
el sudor deslizándose entre pliegues.
Los leves susurros
que morían “in crescendo”
Los arqueos.
La tirantez de la piel.
La respiración entrecortada.
Bordeando el desmayo.
La sublimación de lo intenso,
casi al límite de lo perverso.
Mi valkiria.
Mi compañera.
Mi amante.
Mi sueño.