Dejamos paso a nuestra vida,
en favor de unas líneas en la historia.
Una cuestión de eternidad y silencio,
mal entendida.
Caminamos desde el centro del corazón,
hasta los extremos de la calle.
Incluso del barrio.
Mis promesas ya no tienen dueña.
y revolotean indecisas,
bajo la tenue luz de las farolas.
Pasamos de bailar en los salones,
a dar vueltas en la cama
con la mirada ausente.
Un pasaje de la memoria
condenada entre los miedos.
Un futuro impreciso en manos
de un alma apócrifa.
Condenados estamos,
a no comprender esta vida.
Andamos perdidos por las vías,
de un tren que descarriló
viajando a ninguna parte.
Supedito el futuro
a una imaginación intervenida,
donde el fin de los tiempos
se me antoja fascinante.
Un cuadro lleno de colorido
pintado por una mano
con demasiados años.