El héroe de mi vida
es capaz de diseñar
la escena del crimen
y resolverlo
antes de culminarlo.
Me enseña como vivir.
Y me prepara para morir.
Sin agonía.
Con gratitud.
Con comprensión,
y su innata evolución.
Ensambla la reconciliación continua,
entre infancia y emancipación.
La serenidad de la victoria.
La euforia para salir del fracaso.
La mesura y su reborde de locura.
La singular manera de vivir,
entre ascuas y viento.
Entre vino y lino blanco.
Doblega la necesaria locura,
del paulatino uso de esta vida.