Cogidas de la mano,
tristeza y alegría
vienen a hospedarse
en casa de la locura.
Se arriman las añoranzas
al brocado de la almohada.
Amanecen columpiando
su ternura en el tejado.
A intervalos la presencia
hace ociosa la impaciencia.
Emana de mis sabanas la fragancia
de una noche blanca inusitada.