En el jardín se arremolinan solas
las sedientas hojas del viejo jazmín.
Una orquesta para un solo espectador
que no percibe el fondo de la sintonía.
Las junto en una esquina apartada
y las purifico con fuego de mi encendedor.
Arabescos y risas nadan junto al humo
capitulando interminables letanías.
Hoy la tarde es caprichosa,
y el atrezo en blanco y negro.
El infinito se hace fuerte
más allá de nuestro universo.
Espero que mis errores se oxiden
y sobre un manto de hierba pajiza
surja el impulso de un brote
que puntee el sendero del mañana.