Mi barrio…mi vida. Mi nada… mi todo

miércoles, octubre 22, 2025 Permalink 1

¿Había nubes en nuestra infancia?No lo recuerdo con nitidez, pero recuerdo el camino.

La calle asfaltada, los edificios inertes, el barrio dormido.

Algunos restos de platanera, un lagarto al sol, un juego a medias y una locura siempre sana: competir.

Competíamos por todo. Al fútbol, en la charca, al robo de algarrobas, a las construcciones a medias que eran fortalezas, castillos o el lejano oeste.

Aquel campo de fútbol era aparcamiento y estadio. Aquel cubo oxidado era armadura.

Y nosotros, insurrectos y centuriones, cowboys y romanos, todos en uno, todos a la vez.

Las conversaciones, llenas de nada y de todo, como las de un rebaño engalanado de campanas.

Las películas eran viejas, de vaqueros, de romanos, de historias macabras, a veces truculentas.

Y un coche pasaba cada media hora.

Los días de Reyes eran epopeyas.

Las fiestas de cumpleaños eran íntimas: pocos amigos, algo de familia, una tarta de galletas.

Y la cocina olía a madre, tía, a primo, a hermano, a vida.

Hacíamos arcos con ramas de palmera y cuerda de embalar.

Construíamos carros con rodamientos.

Jugábamos al trompo hasta astillarnos los dedos.

Las chicas del barrio saltaban a la comba mientras mi madre nos miraba desde el balcón.

Jugábamos con grandes cubos de aluminio como si fueran naves espaciales.

Los boliches eran trofeos, los listados, joyas de colores.

La música del circo sonaba baja, lejana, muchas veces con animales, otras con trapecistas.

Y siempre, siempre, los ojos abiertos como paréntesis, esperando algo mágico.

Las primeras máquinas de pinball eran universos.

La dulcería del barrio era la embajada de la felicidad.

Todo aquello fue cimiento de lo que soy.

Y lo anhelo. En el último de mis recuerdos.

Aquellos tiempos que tal vez nunca debieron irse.

O tal vez nunca debieron existir.

Quizá esa es la maldición que todos cargamos:

no poder elegir qué parte del futuro vivimos,

ni qué parte del pasado debimos evitar.

Pero aquí estamos.

Valientes.

Resistentes.

Armados de nostalgia y de ternura.

Confusos, pero animados.

Ilusionados, aunque reinterpretados.

Dictando.

Escribiendo.

Intentando rememorar,

con la poca clarividencia desgastada que aun nos queda,

esto soy hoy.

Con esto.

Con aquello.

También fui.