Imagen: C. Everton.
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Cabalga el silencio sobre el cortante viento.
Extraña criatura bate sus poderosas alas
martilleando yugos sobre espaldas de sal.
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Capa de fría seda orlada sobe calderas y fuego.
Espada empuñada por atronadoras tormentas.
Puño firme y férreo sin misericordia de sangre.
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Un inaudible siseo congela el pálpito de la vida.
Un torrente de adrenalina declama la hora final.
Una bocanada de aire sin retorno a mis pulmones.
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Y aún así, mi corazón no deja de palpitar.
Pues estaba predispuesto a su epitafio
si erraba en la misión de traerte a la vida.