Imagen: Jason Woodcock
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Te regalo una semana inmerso en tu cuello.
Un puñado de magia ensortijada en mis dedos.
Una condena eterna a retozar en mis brazos.
Una sonrisa perfectamente cincelada.
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Un beso pausado e intenso.
Creado al instante.
Saboreado entre dos.
Perennemente.
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Lo suficientemente cálido
para respirarte.
Lo mínimamente cerca
para que vueles.