Descansa sobre mi pecho.
Detrás de la ventana han estallado mil truenos.
Disfruta del nido de mis brazos.
Siente un afecto absolutamente renovado.
Los sueños no albergan heridas,
más allá de un soplido o un rumor de mar.
Entra en un profundo letargo
dulcemente mecido por el ángel custodio.
El mar rumorea lejanas batallas
mientras salpica tu frente de esperanza y sal.
No temas.
Respira la serenidad que exhala
mi pecho contra tu espalda.
El viento aúlla por el desfiladero.
Reparte el eco de la terrible guadaña.
Esta noche la única luz es tu sonrisa
aleteando por las cortinas un poco de paz.
Olvida tus manos vacías y deja que sea el corazón
nuestro maestro de ceremonia.
Cierra los ojos.
No temas.
La vida nos espera.
Más allá del suspiro.
El último suspiro.