Más de medio siglo, y aun mi alma no descansa.
Este laboratorio en que se ha convertido la vida
da a conocer sus proclamas antes de ser escritas.
Un buen asiento en el tren de larga distancia,
entre el primer llanto y el último suspiro
no es valor suficiente para vivir cada día.
Largas conversaciones sin más fruto
que una leyenda, y algún sambenito,
jugando en una espiral de viento.
Dos o tres amores,
y diez o doce lechos.
Infortunios al margen.
Delirios sofocados
entre el borde de una cama
y una almohada desangelada.