Imagen: Klaus Priebe.
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En nuestros silencios íntimos, la magia de las palabras delira hasta el hechizo.
Me he vuelto insaciable en este mar que has creado de sensaciones irrevocables.
Me hipnotizas cuando besas mi corazón en complicidad con los placeres de la locura.
Temblores involuntarios y sin pausa precisa mientras despiertas mi hombría.
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Cuando mi alma inquieta se desliza sobre ti, fascinada por orbitar el uno en el otro.
Y liba en espasmos inquietantes de tu cuerpo cuando se derrumba sobre mi alma,
crea una ruta que eriza las emociones que calman tu cuerpo, perfecto sin mesura,
convertidos en veneno y antídoto mientras subimos al cielo hasta recuperar al aliento.