Siempre nos planteamos las metas importantes con cada comienzo.
Descubrir, es una bendición para aquellos que caminamos por la vida,
con los bolsillos al revés.
Nada se recupera, si no es para colgarlo en un museo,
o para verlo alejarse desde la ventana.
Volar, siempre ha sido un privilegio de las mentes anchas.
Escribir una carta de amor sobre un lienzo azul con tinta blanca y ribetes dorados.
Me gusta caminar con arena entre los pies.
Asido a tus brazos. Enredado a tu cintura, mientras miro divertido
la turgencia de tus labios cuando pronuncias el placer compartido.
Tu sombra sigue juagando entre las cortinas de mi habitación,
cuando no juega enredada entre las sábanas de las que nunca te ausentaste.
Paseas junto a las olas con la gloria de una piel curtida por la sal de la vida.
Tu mirada brilla como pompas de jabón, a punto de estallar de felicidad.
Transitamos caminos donde las encrucijadas son una oportunidad para sembrar flores.
Como recitaba Serrat, verso a verso,
Como me enseñaste tú, beso a beso.
Peregrinamos entre esperanzas y quimeras,
sin importar las ascuas que pisamos al emigrar de Norte a Sur.
Siempre he tenido en ti la necesaria rama para impulsarme
y remontar el vuelo para volver a tu lado.
Las heridas, siempre cicatrizan.
Has sabido cubrirlas con ungüento
con tu inimitable forma de amar.