Esta noche me apuran los recuerdos,
se filtran entre el humo y aroma a whisky barato,
donde el tiempo hace eco en la barra vacía
y en la radio chirría un rancio bolero.
Las calles me cuentan la historia de siempre,
ese amor que nunca tuvo un regreso,
y yo, que cargo la vida en un saco de dudas,
me fumo la pena de aquel beso que no fue.
Ah, si la vida fuera tan corta como el verso,
me bastarían dos tragos y una guitarra rota,
pero en este rincón donde las luces son bajas,
me sigue esperando la misma derrota.
Hoy llueve en mi piel y en cada charco
se ahogan las promesas que no supe cumplir,
mientras en la esquina la luna de los harapos
se viste de grana y plata para verme partir.
Pero no, que nadie me espere en la puerta,
que la madrugada me ha dado su abrigo,
y aunque las estrellas se apaguen de a poco,
hoy brindaré por aquello perdido,
por lo nunca encontrado,
y por lo que nunca volverá a ser mío.