Mengua la vida con este último beso de la motivación.
La bendición “post-mortem” de esta extraña filosofía
que me empuja a no dejar de moverme y huir despavorido
de movimientos concéntricos que no llevan a ninguna parte.
Me has dejado volar y me has matado.
Aprendí a sobrevivir de refugio en refugio
y hoy baten mis alas cansadas bajo el manto
que la noche regala a todos los perdedores.
La eterna lucha entre lo seguro y lo perfecto
lo ha ganado, esta fría noche, la mediocridad.
No sé si volar bajo las nubes que amenazan lluvia,
o planear a merced del viento y dejarle hacer.
A medida que atesoro
se pierde el valor auténtico
entre los dedos cansados
de sujetar la esperanza.