Sombras de un corazón vagabundo

martes, enero 21, 2025 Permalink 1

Mi corazón, siempre inquieto, juega con la sombra de los recuerdos como un niño que persigue mariposas en un jardín soleado. Ahí están los ecos de una risa olvidada, la música de una infancia que aún canta entre los árboles y las esquinas de una casa que ya no existe, pero cuya memoria palpita en cada rincón de mi alma. Las paredes eran cómplices, testigos silenciosos de los primeros suspiros que alguna vez intentaron entender el mundo.

Hay días en que la memoria me arrastra en una corriente que no puedo controlar, como si las emociones no fueran más que hojas arrasadas por un viento caprichoso. Lo llaman esquizofrenia sensitiva, pero para mí, no es más que el arte de sentirlo todo: lo que fue, lo que pudo ser, y lo que aún podría ser. En esa maraña de emociones, soy a veces niño, a veces amante, y otras simplemente un soñador que se pierde entre las sombras de los recuerdos.

En la penumbra de mis sueños, aparece la imagen de aquel primer amor, ese que no sabía de tiempos ni de medidas. Su risa era el canto de un río, y su mirada, la brisa que acaricia sin permiso. Yo, torpe y valiente, descubrí con sus labios el vértigo de los primeros deseos y el abismo de los últimos silencios. Aquel amor era una llama que nunca quemó, pero dejó cenizas tibias en las esquinas de mis días, un calor que a veces regresa cuando cierro los ojos y permito que las sombras dibujen su silueta.

Luego, los corazones perdidos entraron en escena, esos que rozaron el mío sin llegar a quedarse, como estrellas fugaces que iluminan brevemente el cielo antes de fundirse en la eternidad. Aprendí que no todo lo que brilla busca permanecer, y en esa danza de ausencias, mi corazón encontró fuerza en la soledad, como el viajero que halla refugio en la inmensidad del desierto.

Ahora, bajo las cortinas de la noche, donde las sombras y los sueños se confunden, me siento de nuevo a esperar. A veces, los recuerdos juegan burlonamente, danzan como marionetas tras un telón de incienso y suspiros. En esas horas, los labios aterciopelados que una vez susurraron mi nombre parecen acercarse, impregnando el aire con aromas imposibles, fragancias que nacen de la imaginación y mueren con el amanecer. Siento entonces que mi habitación, aún en silencio, se llena de murmullos, de promesas jamás pronunciadas, de una calidez que se desvanece con el alba.

Pero no todo es nostalgia.

Mi esquizofrenia sensitiva no es una carga; es un don. Me permite abrazar todo aquello que me hizo, todo aquello que me empuja y todo lo que aún no entiendo. Como un prisma que descompone la luz en infinitos colores, mi corazón transforma el caos en arte, las preguntas en posibilidades y los recuerdos en futuros posibles. En la distancia, vislumbro la silueta de los sueños aún no alcanzados, esos que esperan en la cúspide de un mañana incierto. No me llaman, pero me desafían, y en su quietud, encuentro una promesa: la de un corazón que nunca dejará de jugar, de buscar, de arder en el juego eterno entre la ternura, la pasión y el deseo.

Quizás, después de todo, no hay nada que temer en este torbellino de emociones. Porque incluso las sombras, con todo su misterio, me enseñan a abrazar lo que fui, lo que soy y lo que aún puedo ser. En esta esquizofrenia sensitiva encuentro mi fuerza, y en ella, mi destino.

Eres tú

lunes, enero 13, 2025 Permalink 1

“Quisiera que mueras antes que yo, para que nunca tenga que pasar un día sin ti.” 

“No sé si entenderás la profundidad de lo que estoy a punto de decirte, pero siento que las palabras que guardo no pueden quedarse atrapadas en mi pecho por más tiempo. Amar es un acto de valentía, pero también de vulnerabilidad. Y si te amo tanto como lo hago, es porque me he entregado completamente al miedo de perderte, sin reservas, sin protección. 

No digo estas palabras desde el egoísmo, sino desde el abismo de mi ser. Mi amor por ti es tan inmenso que la idea de un mundo sin tu risa, sin tus ojos mirándome, sin la calidez de tu voz, es sencillamente insoportable. Sé que algunos lo llamarían debilidad, pero para mí es la verdad más pura. No temo a la muerte, pero temo una vida donde tú no estés. 

Si algún día la vida nos lleva a esa frontera inevitable, quisiera ser yo quien la cruce primero. Porque aunque mi corazón arda en este amor tan humano, no sé si tengo la fortaleza para enfrentar el vacío que dejarías al marcharte. Preferiría enfrentar el silencio eterno, sabiendo que nunca conocerás la soledad de vivir sin mí. Preferiría que mi ausencia fuera el peso, si con ello puedo evitarte un solo día de tristeza. 

¿Entiendes ahora? Esta no es una declaración de dependencia, sino de amor que trasciende el tiempo, la lógica, incluso el instinto de supervivencia. Es la certeza de que tu felicidad, incluso en mi ausencia, es el único consuelo que podría sostenerme si tuviera que dejarte ir primero. 

Pero mientras ese día no llegue, te prometo que mi vida estará llena de ti, de nosotros. Porque si he aprendido algo en este tiempo contigo, es que el amor no se mide en su duración, sino en su intensidad. Y cada momento que pasamos juntos, cada instante que compartimos, es para mí una eternidad. Por eso, mi amor, mientras estemos aquí, llenemos esta vida de todo lo que podamos. Porque si hay algo peor que perderte, es no haberte amado como mereces.”** 

Danza de ilusión

domingo, enero 5, 2025 Permalink 1

Nubes que cruzan, flotando tu espacio,
dibujan paisajes de un tiempo sin trazos.
El niño las mira, las siente tan suyas,
que el cielo es un mapa y sus sueños, rutas.

Las aves se alzan, su vuelo es un canto,
un eco en el aire, sus alas dan salto.
El viento las sigue, las lleva a danzar,
y el niño persigue su rastro al azar.

Las manos descubren texturas dormidas,
calor que despierta promesas sencillas.
En cada caricia, la vida se asoma,
la piel es un mundo que todo transforma.

Miradas que buscan reflejos de calma,
destellos que habitan la voz de un alma.
El niño las cruza, respira su brillo,
y halla en sus ojos la fuerza y el hilo.

El aroma vibra, lo envuelve en la brisa,
fragancias que llaman, susurros que avisan.
Flores que despiertan al roce del día,
y el niño respira el aroma que guía.

Abrazos que tiemblan, raíces de fuego,
tiempo detenido, un mundo sincero.
El niño se funde en su abrazo profundo,
y siente que el alma renace del mundo.

El afecto danza, sin letras ni ruidos,
es río que corre y calma el vacío.
Amor que se alza, su llama encendida,
entusiasmo puro que empuja la vida.

Y el niño avanza, sus pasos son viento,
el cielo lo lleva, lo guarda en su tiempo.
Es vida que pulsa, es llama que arde,
la ilusión que encuentra, que nunca se apague.

El carrusel de lo efímero

sábado, diciembre 28, 2024 Permalink 2

El carrusel de lo efímero

En el centro de la noche, bajo un cielo bordado de estrellas, un carrusel gira, eterno en su movimiento, iluminado por luciérnagas que juegan a los dados, eligiendo a quién regalarán su breve chispa de luz.

La música mecánica, antigua como un susurro olvidado, inunda el aire con su melodía cíclica, como un eco de risas infantiles que se niegan a desvanecerse. Cada nota, cada giro, es un instante robado al tiempo.

Los caballos, tallados con manos que entendieron los sueños, danzan en su vaivén, algunos galopando hacia un destino indomable, otros quietos, cargando el peso de quienes buscan la fantasía perdida.

Sobre la madera del carrusel, las luciérnagas se desafían, ajustando el azar en pequeños destellos, como diosas diminutas que deciden, a quién iluminar en la penumbra de la existencia.

Y tú y yo, pasajeros de este carrusel sin fin, nos rendimos al idílico acto de pensar libremente, de dejar que la mente se vuelva chispa y se pierda en el viento. Cada vuelta es un nuevo universo, cada destello una pregunta sin respuesta.

¡Qué breve e infinito es este momento! Un carrusel que no nos lleva a ninguna parte, pero que nos recuerda que la belleza no necesita destino, solo el efímero milagro de existir.

El carrusel gira, la música resuena, y las luciérnagas, en su juego eterno, se vuelven el reflejo de lo que somos: huellas de luz danzando en el lienzo del tiempo.

En el eco del silencio

miércoles, diciembre 25, 2024 Permalink 2

Si no existieras,
mi vida crearía un vacío silente,
un brillo apagado,
una capa de lustre rustida por el deseo,
frágil como una brisa
que silba sin eco ni respuesta.


En el eco del silencio, tu amor me encontró,
como luz en la penumbra, como llama en el sol.
Si no estás, mi vida canta, pero pierde su voz,
eres todo lo que llena mi vacío interior.

El amor sería menos que un murmullo,
un intento ahogado de la creación,
un rumor de un río seco,
el destello de una estrella caída,
un canto que nadie escucha.

Pero estás aquí,
y en tu presencia el viento celebra,
el deseo encuentra su forma,
y la capa gastada resurge de nuevo.
Eres el latido que colma el silencio,
el eco que responde al abismo,
el roce del fuego en la piel del tiempo.


En el eco del silencio, tu amor me encontró,
como luz en la penumbra, como llama en el sol.
Si no estás, mi vida canta, pero pierde su voz,
eres todo lo que llena mi vacío interior.

Eres la chispa que enciende lo dormido,
la llama que circunda al vacío.
Y en este espacio compartido,
amor, creación y necesidad
se entrelazan como raíces y ramas,
como el cielo que no se entiende
sin la tierra que lo sostiene.


En el eco del silencio, tu amor me encontró,
como luz en la penumbra, como llama en el sol.
Si no estás, mi vida canta, pero pierde su voz,
eres todo lo que llena mi vacío interior.

Si no existieras,
el mundo giraría,
pero sin la plenitud del encuentro.
Serías el vacío,
y el punto final:
el reinicio de todo lo que nace
para colmar la ausencia.


En el eco del silencio, tu amor me encontró,
como luz en la penumbra, como llama en el sol.
Si no estás, mi vida canta, pero pierde su voz,
eres todo lo que llena mi vacío interior.

El rubicón del alma

miércoles, diciembre 18, 2024 Permalink 2

El Rubicón del alma

Cruzar el Rubicón del ayer,

dejar atrás las alas cansadas,

no es caer en sombras olvidadas,

es dibujar un nuevo amanecer.

Ya no lidero desde los muros,

ni sigo los ecos de voces ajenas.

Ahora mi pulso guía las venas

de un horizonte de pasos puros.

No quiero libertad sin destino,

ni cadenas disfrazadas de sueños.

Busco un camino claro, sin dueños,

donde ser arquitecto y peregrino.

Eficiencia para los míos y para mí,

no para causas que no resuenen.

Que cada esfuerzo construya y encienda

el fuego que no deje un vacío al fin.

No son sombras lo que me envuelve,

es la calma de un vuelo sincero,

liderando desde lo verdadero,

sin temor al silencio que me devuelve.

El horizonte final no es derrota,

es un canto íntimo, un legado sereno.

No hay más hilos que los que yo estreno,

soy dueño del pulso que la vida brota.

El circo de la vida

viernes, diciembre 13, 2024 Permalink 1

En la carpa del mundo, luces titilan,

máscaras sonríen, ocultando verdades,

malabaristas juegan con sueños frágiles,

equilibristas caminan sobre hilos de promesas.

El maestro de ceremonias, con voz seductora,

anuncia maravillas en cada acto,

pero tras bambalinas, sombras susurran,

revelando las contradicciones del espectáculo.

Payasos ríen mientras lágrimas caen,

fieras domadas rugen en silencio,

el público aplaude, ajeno al drama,

de un circo que refleja la vida misma.

Buscamos plenitud en aplausos efímeros,

anhelando más en un vacío sin fin,

pero en este circo de ilusiones y realidades,

descubrimos que nunca es suficiente.

Así, danzamos en la pista central,

entre luces y sombras, risas y llanto,

navegando las paradojas de la existencia,

en el eterno circo de la vida.

Ante el umbral del penúltimo vacío

viernes, diciembre 6, 2024 Permalink 1

Cual sombra que danza entre los velos del tiempo,

se alza la ausencia de propósito,

una melodía sin compás, un río sin cauce.

Oh, extraño vacío, que desnudas el alma,

¿qué haces del hombre que busca sentido

y lo arrojas a un abismo sin fondo ni eco?

Un impacto frontal sobre el fin de los tiempos

me empuja al borde del abismo,

donde la mente no grita, solo explota,

dispersa entre silencio y dudas.

Ya nada es efervescente.

El brillo se apaga, y lo que queda

bulle con un caos sin ley,

una danza anárquica de lo que fue y no será.

Nacimos atados al círculo eterno,

acción y reacción, causa y efecto,

como si el cosmos exigiera razón para cada latido.

¿Pero qué es el juicio sino cadenas doradas,

y qué el propósito sino un espejismo

que disfraza la vastedad de ser?

Sin brújula, sin mapa,

tan solo queda transitar

hacia el penúltimo tirabuzón,

ese giro que, en su desdén,

parece reír del orden perdido.

Pero en este abismo que no exige,

donde el eco no responde ni el juicio pesa,

se revela, quizá, lo más humano:

no estamos solos en este vacío.

Si miramos con ojos desnudos,

encontramos otras almas

flotando junto a nosotros,

sosteniendo sin palabras

la misma ausencia de respuestas.

Y sin embargo, allá en tu centro insondable,

una bruma susurra, apenas un aliento,

como si el viento que arrastra lo efímero

dejara un eco de algo que permanece.

Tal vez no sea esperanza,

sino el tenue calor de saberse vivo,

un instante robado a la eternidad

que basta para iluminar el abismo.

En tu oscuridad, ¿habrá luz, habrá tregua?

Tal vez no, tal vez sí,

pero en el tránsito hacia tu nada,

el alma se descubre desnuda y eterna,

y el amor a la vida,

sin causa ni efecto, simplemente es.

Aroma con sabor a susurros

miércoles, diciembre 4, 2024 Permalink 1

En el murmullo del aire entre las hojas, 

se desliza un aroma a resina y tierra, 

un canto silente que despierta memorias 

de tiempos antiguos, de raíces y savia. 

La lavanda en flor exhala su esencia, 

un bálsamo suave que acaricia el alma, 

trayendo consigo la paz de los campos 

donde el sol se posa en doradas mañanas. 

Tras la lluvia, el suelo exhala su aliento, 

petricor sagrado que embriaga los sueños, 

recordándonos que en cada gota 

la vida renace, se limpia el sendero. 

El jazmín nocturno despliega su encanto, 

perfume de estrellas, de noches calladas, 

invitando al corazón a perderse 

en los misterios de la luna plateada. 

Pero en la ausencia de estos sutiles aromas, 

el alma se siente desarraigada, 

buscando en el vacío olfativo 

las anclas que la conectan a su esencia. 

Cada aroma es un viaje, un suspiro del mundo, 

una puerta abierta a paisajes internos, 

donde el espíritu danza con la brisa 

y se funde con la esencia del universo. 

En la penumbra donde el aire calla, 

se tejen recuerdos en hilos de humo, 

susurros de tiempos que el viento desata, 

dibujando en sombras un viejo perfume. 

Ausencia de aromas, vacío que pesa, 

ancla el espíritu en mares de antaño, 

buscando en la bruma la esencia perdida, 

rastros de vida en fragancias dormidas. 

La flor que no exhala su canto al viento, 

guarda en su seno secretos y anhelos, 

y el alma que vaga sin guía olfativa, 

navega en silencio, sin puerto ni estrella. 

Mas en cada soplo, en cada latido, 

renace la esencia que el tiempo reclama, 

y el corazón, en su viaje infinito, 

encuentra en la nada su ansia y su calma. 

La paz que todo abraza

domingo, diciembre 1, 2024 Permalink 1

El amor no se crea,

es una llama eterna

que espera en el silencio

a ser descubierta.

No necesito buscarlo,

solo abrir mi alma

como quien abre las manos

al sol que nunca se apaga.

En la tranquilidad encuentro la puerta,

no en el ruido de otros,

sino en el eco de mis propios pasos.

Mis pensamientos son mi brújula,

mis sentimientos, mi norte.

No dependo de lo externo,

porque la calma es mía,

y en su profundidad,

el amor se manifiesta.

El miedo no tiene lugar

cuando amo porque soy amado.

El amor no puede fracasar,

porque nace de una certeza:

que pertenezco,

que estoy completo,

que soy parte del todo.

No busco la perfección,

solo el equilibrio.

La paz no es el fin,

es el camino,

es el susurro constante

que me guía hacia la luz.

Déjalo entrar.

En el silencio, en la calma,

en el amor que ya está aquí.

Y cuando lo asumas,

cuando lo abraces,

serás pleno,

porque el amor es la paz,

y la paz, la plenitud.