Demasiado pronto, convertimos nuestra vida en un museo.
Atesoramos recuerdos y vanidades hasta que nos desborda.
Hemos llegado a un nivel de hedonismo de autosatisfacción
que no aprendemos a valorar ni a disfrutar los momentos.
…
Si algo pasa por nuestro lado lo queremos. Cueste lo que cueste.
Aprendimos a loar a los cuatro vientos, sin vergüenza alguna.
Cuando tocan los buenos tiempos, nos henchimos de euforia.
Cuando fracasamos sacamos en procesión la fusta y la lágrima.
…
Lo importante es que contemos historias para que nos vean.
Necesitamos estar permanentemente en el candelero social.
Naufragamos y, a cambio, enseñamos tatuajes y laceraciones
hasta que los héroes de las Termópilas parecen un burdo comic.
…
Así, hoy preferimos dar lástima o compasión
que acompañar en el áspero camino de la vida
a quien tropieza a la caza de un sueño efímero.
Preferimos un amor deseado a otro vivido.
…
Al fin y al cabo
Cuando te busco,
no trato de amarte.
Simplemente te amo.