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Imagen: Lawrence Paiken.
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No obedezco frontera que limite tu contorno.
Ni mar que no surque para arribar a tus brazos.
Una senda que recorro sin brújula, a diario,
en un viaje de ida y vuelta a tu espacio.
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No tengo sed,
pues me anegas.
Ni respiro ansiedad
porque me llenas.
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Tu entrega me ha regalado
un reconocimiento sin rubor
ante el inflexible reflejo del espejo,
antaño carente de recuerdos.
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Dame presencia
en las largas noches.
A cambio te entregaré
hasta el eco de lo eterno.
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